por Franz Faust
Parece muy atrevido hablar de una medicina indio-latinoamericana, sobre todo, abarcando un espacio tan amplio que se extiende desde la frontera entre Estados Unidos y México hasta los fiordos en el sur de Chile y desde las islas en la desembocadura del Amazonas hasta las costas latinoamericanas sobre el Pacífico.
Lo que se presenta en el siguiente texto forma parte esencial de la cultura médica de un gran porcentaje de la población de 19 países. Incluye grupos indígenas relativamente aislados de su correspondiente vida nacional; campesinos involucrados en economías nacionales e internacionales; y también ciertos estratos de la gente urbana. Físicamente los portadores de esta cultura presentan tipos amerindios, europeos, africanos y de todas las mezclas posibles entre los tres.Para los conceptos claves de esta cultura médica existen en todos los idiomas indígenas términos autóctonos, mientras los hablantes de lenguas europeas o los tienen que tomar prestados de los indígenas o creárselos, adaptando el sentido de unas palabras de su lenguaje a las exigencias de los conceptos médicos indígenas.El arraigo de tales conceptos en los diferentes idiomas indígenas atestigua el origen amerindio de una gran parte de la medicina popular latinoamericana. Es tal vez la mayor herencia de la madre india al continente. Es un conjunto muy vital de ideas y prácticas, capaz de incorporar elementos ajenos sin perder sus esencias. Las posibles innovaciones no cambian la forma como en esta cultura se clasifican y relacionan las cosas y eventos, así como ninguna lengua cambia su gramática por el préstamo de términos de idiomas extranjeros.La cultura médica indio-latinoamericana tiene tantas versiones como regiones tiene el continente y como personas practican esta medicina, pero en lo esencial siempre se parecen los conceptos y prácticas. Así como Mandelbrot describe con su geometría el carácter fractal de la naturaleza, la cultura médica pan-indio-latinoamericana se presta para describir el carácter fractal de un elemento cultural. Como en la geometría fractal el total no consiste en la suma de los detalles, sino que en todo detalle está el total y viceversa, nos atrevemos aquí a descubrir el total de la cultura médica indio-latinoamericana con base en el detalle regional de Colombia suroccidental.En esta región viven, entre otros, indígenas paeces, coconucos, guambianos, yanaconas, ingas, camas, cumbales, emberas y guaiquieres, en interrelación con campesinos, mestizos y comunidades negras, todos unidos por su cultura médica. Tul: la imagen de la integridadSegún la base conceptual de la cultura médica descrita por los indígenas paeces, la vida individual y lo que la mantiene viva es una culebra enroscada que se llama Tul. En uno de sus aspectos, Tul es la cultura, porque incluye la vestimenta, la casa, la huerta, los cultivos y la comunidad de los paeces. Pero la culebra Tul también representa lo anticultural, siempre incontrolable e irrepetible –como en todas las lenguas indígenas, los paeces tienen para ello un término específico, pero se me prohibió pronunciarlo o escribirlo; por eso lo llamamos aquí "lo incontrolable".La culebra Tul se extiende entre lo incontrolable femenino en su centro, donde se encuentra la sexualidad y fertilidad de las mujeres, y lo incontrolable masculino, que consiste en lo alejado a lo propio, lo ajeno a los paeces, lo silvestre, lo incultivado e incultivable.El cuerpo de Tul es lo cultural de ropa, casa, cultivos y comunidad. El cambio entre lo cultural y lo incontrolable se describe como refrescamiento, sin lo cual amenaza enfermedad por el calor de lo cultural. Pero también el exceso de frío de lo anticultural y bravo puede causar enfermedad. El acto de amansar implica bravura, sin embargo, todo sobreamansado se vuelve incontrolable. Así, bravo y manso, frío y calor, están en una relación dialéctica.
Lo que se presenta en el siguiente texto forma parte esencial de la cultura médica de un gran porcentaje de la población de 19 países. Incluye grupos indígenas relativamente aislados de su correspondiente vida nacional; campesinos involucrados en economías nacionales e internacionales; y también ciertos estratos de la gente urbana. Físicamente los portadores de esta cultura presentan tipos amerindios, europeos, africanos y de todas las mezclas posibles entre los tres.Para los conceptos claves de esta cultura médica existen en todos los idiomas indígenas términos autóctonos, mientras los hablantes de lenguas europeas o los tienen que tomar prestados de los indígenas o creárselos, adaptando el sentido de unas palabras de su lenguaje a las exigencias de los conceptos médicos indígenas.El arraigo de tales conceptos en los diferentes idiomas indígenas atestigua el origen amerindio de una gran parte de la medicina popular latinoamericana. Es tal vez la mayor herencia de la madre india al continente. Es un conjunto muy vital de ideas y prácticas, capaz de incorporar elementos ajenos sin perder sus esencias. Las posibles innovaciones no cambian la forma como en esta cultura se clasifican y relacionan las cosas y eventos, así como ninguna lengua cambia su gramática por el préstamo de términos de idiomas extranjeros.La cultura médica indio-latinoamericana tiene tantas versiones como regiones tiene el continente y como personas practican esta medicina, pero en lo esencial siempre se parecen los conceptos y prácticas. Así como Mandelbrot describe con su geometría el carácter fractal de la naturaleza, la cultura médica pan-indio-latinoamericana se presta para describir el carácter fractal de un elemento cultural. Como en la geometría fractal el total no consiste en la suma de los detalles, sino que en todo detalle está el total y viceversa, nos atrevemos aquí a descubrir el total de la cultura médica indio-latinoamericana con base en el detalle regional de Colombia suroccidental.En esta región viven, entre otros, indígenas paeces, coconucos, guambianos, yanaconas, ingas, camas, cumbales, emberas y guaiquieres, en interrelación con campesinos, mestizos y comunidades negras, todos unidos por su cultura médica. Tul: la imagen de la integridadSegún la base conceptual de la cultura médica descrita por los indígenas paeces, la vida individual y lo que la mantiene viva es una culebra enroscada que se llama Tul. En uno de sus aspectos, Tul es la cultura, porque incluye la vestimenta, la casa, la huerta, los cultivos y la comunidad de los paeces. Pero la culebra Tul también representa lo anticultural, siempre incontrolable e irrepetible –como en todas las lenguas indígenas, los paeces tienen para ello un término específico, pero se me prohibió pronunciarlo o escribirlo; por eso lo llamamos aquí "lo incontrolable".La culebra Tul se extiende entre lo incontrolable femenino en su centro, donde se encuentra la sexualidad y fertilidad de las mujeres, y lo incontrolable masculino, que consiste en lo alejado a lo propio, lo ajeno a los paeces, lo silvestre, lo incultivado e incultivable.El cuerpo de Tul es lo cultural de ropa, casa, cultivos y comunidad. El cambio entre lo cultural y lo incontrolable se describe como refrescamiento, sin lo cual amenaza enfermedad por el calor de lo cultural. Pero también el exceso de frío de lo anticultural y bravo puede causar enfermedad. El acto de amansar implica bravura, sin embargo, todo sobreamansado se vuelve incontrolable. Así, bravo y manso, frío y calor, están en una relación dialéctica.
Los vértices del tulEl tul, tanto individual como comunitario, está enmarcado entre tres vértices: el icuesh, el kiwe y el sgau.El concepto más claro de explicar es icuesh. Es la existencia material corporal. Es la persona de carne y hueso, llamémoslo aquí "lo material".
Más complejo es el significado de kiwe. Es un concepto histórico y geográfico a la vez. Son las condiciones de vida en tiempo y espacio, llamémoslo "las condiciones".
Sgau tiene el significado más amplio. Es el otro yo en lo incontrolable, reside de día en el inframundo y asciende de noche como astro al firmamento, es la realidad de los sueños, es la individualidad innata y la vocación personal, llamémoslo "el yo innato".
Si entre los tres vértices reina la relación adecuada, está presente finising, que los paeces traducen como "acuerdo". Finising causa milagros y cura cualquier enfermedad. La enfermedad consiste siempre en un alejamiento del finising. La alta medicina indígena siempre consiste en reencontrar el finising personal. La causa de la separación puede ser que el tul se hinchó en un recalentamiento o se marchitó en un enfriamiento. Ambas condiciones tensionan el triángulo entre "lo material", "las condiciones" y "el yo innato". El síndrome del sustoDesde la publicación del artículo de Arthur Rubel The epidemiology of folk illness: susto in Hispanic America Ethnology (1964), al efecto de estas tensiones se le ha dado el nombre de síndrome de susto. Rubel lo describe como una enfermedad popular en Latinoamérica, con etiología y tratamientos coincidentes a nivel continental. La descripción de Rubel en gran parte es aplicable a los paeces. Tanto en el ambiente social como en el natural existen condiciones clasificadas como de "lo incontrolable", las cuales conllevan el síndrome de susto. En la vida social se reflejan en todo lo que incluye y conlleva emociones fuertes –temor, envidia, celos, amor, luto, furia, etc.; peleas, violencia, menstruación, sexo, embarazo, parto, enfermedad, muerte y todo lo incontrolable en general.
En lo natural, son lugares o eventos de aspecto impactante, de difícil acceso e incontrolables –ríos, cascadas, lagunas, volcanes, nevados, cerros, vegetación silvestre, árboles grandes; igualmente, tormentas, vendavales, arco iris y todo lo excepcional–, donde moran los espíritus vigilantes de la naturaleza. Todo esto, a nivel continental, es percibido como posible causa de susto.Susto, miedo y tensión separan el espíritu del cuerpo o, como dicen los paeces, alejan el sgau del icuesh. Las personas más expuestas a este mal son las en sí ya débiles: niños, ancianos, enfermos, mujeres menstruantes, embarazadas y en postparto, y todos los que tienen problemas.
El susto agrava cualquier enfermedad y por sí mismo genera un cuadro sintomático específico. Rubel lo describe en la siguiente forma: falta de apetito, problemas de digestión, debilidad, desinterés en la higiene personal, depresión, introversión, dolores en el abdomen y la espalda, parálisis parcial, pérdida de la capacidad de hablar, fiebre, etc.
Tratamientos del síndrome de sustoEn todo el continente, la curación mediante tratamientos autóctonos incluye los siguientes elementos: se llama al espíritu de la persona para que vuelva al cuerpo; si se ven en él susto espíritus involucrados, se les pide que suelten el espíritu de la persona, se le hacen al paciente masajes y se le asusta de nuevo en alguna forma; muchas veces se le hace sudar.
Además de estos procedimientos básicos se desarrollan innumerables variaciones. Hay que distinguir entre el tratamiento de niños y adultos. Los niños asustados son llorones, necios o apáticos, no tienen apetito y, a la vez, presentan diarrea y muchas veces manifiestan un retroceso en su desarrollo. Con frecuencia se explica que una experiencia o sueño traumático causa el desplazamiento de los órganos abdominales, que con masajes específicos con tabaco masticado el curandero vuelve a su lugar. El elemento asustante consiste en un movimiento brusco repentino en los masajes. Durante los masajes el curandero sopla al niño humo de tabaco y llama su nombre. Una copa de un remedio herbático puede ayudar al tratamiento.
Yo mismo pude observar en varios casos la mejoría inmediata durante el tratamiento. En la experiencia de los portadores de la cultura indio-latinoamericana la medicina moderna es inefectiva para los casos de niños asustados.
El tratamiento de susto entre los adultos es mucho más complejo y, por ende, también más diversificado. El primer paso consiste en corregir el tamaño de la culebra Tul. Hay plantas que la refrescan, otras la calientan. Este es un proceso dialéctico: plantas consideradas como calientes enfrían y las frías calientan, lo cual depende también de la forma de aplicación, sea interna o externa. Ver y sentir el estado del tul del paciente ya pertenece al arte diagnóstico del curandero.
Un tul desequilibrado afecta el triángulo entre "el yo innato", "lo material" y "las condiciones". El sgau, la personalidad innata más profunda, no se puede ni quiere cambiar. El kiwe, el conjunto de tiempo y espacio que forma las condiciones de la vida, puede asustar; por eso, puede contribuir a la curación un cambio del lugar donde se desarrolla la vida del paciente o efectuar el ritual curativo en el lugar donde se rompió la unión entre el yo innato y la existencia material. El icuesh, la realidad física, lo material, es lo que se intenta curar; existe un gran abanico de métodos para acercar el icuesh al sgau: los masajes son importantes, pero también la aplicación de gran número de plantas psicoactivas y alucinógenas. En otros tratamientos, se da únicamente agua conjurada, porque se dice que el yo innato perdido se devuelve al agua de donde proviene.Generalmente asusta el curandero al paciente a través del, así llamado, soplo. El curandero sopla sobre el cuerpo semidesnudo del paciente una mezcla de aguardiente con plantas. Eso tiene el efecto de un choque de frío, como un balde de agua fría.
El llamar al espíritu de la persona muchas veces está acompañado de cantos chamánicos. Los que han vivido la reunión del espíritu personal con su cuerpo, del sgau con el icuesh en el "acuerdo", el finising, cuentan haber sentido una ola de calor que los atravesó, y muchos vieron un momento de mucha luz.En todo pueblo o vereda hay varios niños –y por lo menos un adulto– curados del susto con procedimientos similares a los mencionados. Lo importante es saber que las formas de tratamiento no se definen en ningún caso por los síntomas del paciente. Estas difieren por la causa del susto, la persona asustada y el curandero. No existe ninguna regla fija. Libremente arma el curandero un tratamiento individual según su sentimiento, percepción e intuición, combinando los diferentes elementos característicos de su escuela de curanderismo.En el tratamiento del susto, la cultura indio-latinoamericana tiene terapias efectivas contra un mal típico de ella. Es probable que éste sea a su vez un producto cultural, tanto que la misma cultura puede necesitar el tratamiento del síndrome de susto. Efectividad y vigencia del curanderismoJunto al curanderismo, coexisten en Latinoamérica otros especialistas de la medicina autóctona, como las parteras, los sobanderos y los yerbateros. Estos últimos constituyen una escuela aparte, poseen verdaderas fórmulas de remedios. Mientras las plantas de los curanderos que tratan el susto en su mayoría llevan nombres indígenas y son de la flora neotrópica, la mayoría de las plantas usadas por los yerbateros tienen nombres europeos y en buena parte fueron importadas del Viejo Mundo.
La gran vitalidad del curanderismo que trata el susto no es el resultado de la supuesta pobreza de los pacientes, sino la existencia de una cultura viva y vital. Si bien el parterismo y el sobanderismo pueden llegar a ser reemplazados por un buen servicio de salud de tipo occidental, el curanderismo es irremplazable. Su efectividad lo mantiene vivo desde tiempos precolombinos. Es usado también por personas con prosperidad económica -capaces incluso de acceder a la ayuda médica occidental más exigente-, dado que la pertenencia a la cultura indio-latinoamericana no depende de los ingresos económicos.
El curanderismo presta a la población indio-latinoamericana un servicio apropiado contra males psicosomáticos, como nunca lo puede hacer una institución ajena a su cultura. Respetarlo es la única forma de apoyar el curanderismo por parte del Estado o de ONGs. Respetar los conceptos médicos autóctonos ayudaría mucho en la atención de la población por parte de la medicina moderna.Un ejemplo: En el concepto médico indio-latinoamericano, incontrolable + incontrolable = susto. El agua es la sustancia de lo incontrolable, esfera a la que pertenece el parto. Entonces, lavar con agua a una mujer indioamericana después del parto, para ella, es un atentado contra su salud. Se sabe que eso se acostumbra en los hospitales, pero nunca lo hace una partera. Eso implica que mucha mujer no busque la ayuda del médico occidental, incluso en casos complicados.
La ignorancia de los conceptos médicos de los pacientes impide que el equipo médico de la medicina facultativa pueda prestar un servicio adecuado. Algo que ocurre en muchos casos concretos. Eso se puede evitar únicamente con una formación del personal médico que incluya el conocimiento del pensamiento médico de la población indio-latinoamericana, la cual es bastante significativa en todos los países del Continente.Al respecto, propongo elaborar un manual para médicos sobre este tema. Lo ideal sería hacer un manual general para todo el Continente y otros, como anexos, para las diferentes regiones. Proyectos como éste pueden contribuir esencialmente al mejoramiento del nivel de salud en Latinoamérica.
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