martes, 19 de agosto de 2008

Genealogía de la Melancolía

Introducción
¿Han estado alguna vez melancólicos?¿Sabían ustedes que es un estado mórbido con grandes connotaciones románticas?La desacralización de la vida colectiva e individual que lleva a cabo la modernidad, secularizándolo y reduciéndolo todo al imperio de la Diosa Razón, produjo en el hombre una sensación de alienació ya que enajenó la apoyatura moral que le daba el dogma religioso donde las principales cuestiones se resolvían por el sistema de creencias sobrenaturales.La verdad científica reemplaza a la verdad religiosa y el hombre sigue sintiéndose insignificante porque para él tiene el mismo sabor ser sometido a una verdad de origen divino que a una ley científica con la única diferencia que en esto último no tiene el auxilio de la féEl rayo cae a sus pies y le da igual si lo envía Dios o si lo explican razones meteorológicas.Le han quitado la trascendencia.Lo han dejado solo, desnudo, desprotegido.El esplín, el tedio vital, aparece con toda su virulencia y no tardará en ocupar su lugar en casi todas las disciplinas positivistas. Pero es en las artes, especialmente en la Literatura donde se lo halla con frecuencia bajo el dominio de la Ilustración.

MIR

El esplín
Ramón Moreno Rodríguez

El esplíntae dio vitae, fue una actitud de vida propia del romanticismo. La revolución romántica introdujo muchos cambios en el sentido de la vida que el racionalismo propio de la ilustración se había negado a ver o bien había tratado de ocultar. Como parte del punto de vista pesimista de la condición humana, el romanticismo desveló las necrofilias y las patologías de la vida humana y una de ellas fue el llamado esplín. El término proviene del inglés (spleen) y a su vez éste lo tomó del griego (también spleen) y se refería inicialmente al bazo.El esplín era la melancolía, sentimiento y estado anímico atribuido a una causa moral más que física del vivirlos hombres de la Edad Media lo llamaban acedia, los románticos franceses ennui de vivre.
Desde la antigüedad este estado de ánimo fue conocido.
Los griegos lo llamaban "bilis negra" (melankolia: melas=negrokholê=bilis) y se suponía que dicha bilis era producida por el bazo de ahí que en inglés el nombre dado a este estado surja por asociación del órgano que lo produce. Si en español y otras muchas lenguas (incluido el mismo inglés) el término melancolía ya formaba parte del lenguaje común, el romanticismo incorporó el término esplín para referir este mismo estado de ánimo. Quizá decidieron disociar el término esplín del de melancolía porque entonces éste significaba una enfermedad mental y el esplín era otra cosa: una especie de "tocamiento divino" donde la vulgar locura era demasiado poca cosa.Con el paso de los años por causas diferentes ambos términos han caído en desuso. Esplín es una palabra propia de época que al pasar las modas literarias se olvidó, mientras que melancolía fue sustituida por el actual término depresión.
En nuestros días vendría a ser cuando mucho el síntoma más que la cosa en sí. De cualquier forma nos parece conveniente mostrar la siguiente descripción de melancolía que los médicos en la época de Darío, daban a ese término. Como se podrá ver entre lo que describen aquellos médicos y lo que decían los poetas respecto de su esplín no hay diferencia más bien se complementan armónicamente.
No por esto queremos reducir un tópico literario a una patología es simplemente un modo de alcanzar un sentido último que por contexto cultural y epoca se nos escapa. Veamos pues al esplín como un acto de vida en que los poetas querían presentar, entre otras cosas, lo inaprensible para la razón.
En esos tiempos como se pude evidenciar en el texto citado arriba no tenía "traducción" a lo racional todo aquello que se relacionaba con el esplín, otro tanto hicieron los modernistas con temas que siguen siendo inasibles para nuestra razón: la vida después de la vida, el mundo de ultratumba, lo sobrenatural, el panteísmo, etc.Concluyendo podemos decir que el esplín, aunque tomado como préstamo (acaso como evolución) de los románticos, tomó carta de naturalización en el modernismo vía los poetas malditos.

La melancolía en la literatura

Bajé de mi cuarto, atravesé lleno de temores el patio de casa y entré donde mi madre. Hacía tiempo que la infeliz se había apercibido de mi inquietud de mis insomnios y de mi constante melancolía de un momento a otro esperaba como yo mismo una violenta decadencia en mi salud...Cuando en mis horas de melancolía y en el aislamiento de mi cuarto pensaba en todo esto me dejaba caer sobre una silla y cubriéndome el rostro con las manos se escapaba de mi corazón este grito de resignación y de dolor que sale siempre de mis labios en las horas amargas de mi vida...
En este instante el hombre y el niño suspiran de melancolía y la mirada se vuelve involuntariamente hacia las praderas de esmeralda que esmaltan la derecha del panorama...
La familia de sus amigas ha venido a pasar en Chorrillos el verano. La hija de Julia acaba de salir de una enfermedad y le ha sido preciso traerla a convalecer: ella misma a quien una perpetua melancolía atormenta en el claustro ha aprovechado sin duda la ocasión de dejarlo algunos días y venir a respirar el aire del campo... Julia o escenas de la vida en Lima.
Cisneros Luis Benjamín

-¡Estás molido, moralmente agotado, te entregas a la melancolía y a pesar de todo, enciérrate en tu despacho y escribe! ¿Y a esto se llama vida? ¿Por qué no ha descrito nadie la disonancia dolorosa que se produce en el alma de un escritor que está triste y debe hacer reír a la gente o que está alegre y debe verter lágrimas de encargo? Yo debo ser festivo, matarlas callandoe ingenioso pero imagínese que me entrego a la melancolía o una suposición ¡que estoy enfermo, que ha muerto mi niño, que mi mujer está de parto!... Dice todo esto agitando los brazos y moviendo los ojos desesperadamente... Luego entra en el dormitorio y despierta a su mujer. Chist!.
Anton Chéjov

Sin esa evocación resultarían demasiado sombrías las tintas del boceto y el lector se vería compelido a cerrar el volumen, herida en lo más íntimo el alma de incurable y negra melancolía.
El Aleph. Borges,

El hombre tardó un rato en hablar. Exhalaba melancolía como yo ahora.
El Libro de Arena. Borges

¿Quién de nosotros olvidaría las melancolías en que solía caer en medio de las fiestas que hacia el final de su vida buscaba con más y más avidez? En tales momentos, cuando la diversión se expandía hasta desbordar súbitamente sin causa aparente sus ojos perdían el brillo y se hundían su frente y sus manos contraídas y su cara tornadiza con espasmos de pena mental denotaban una lucha a muerte con algún peligro desconocido.
Las Muertes Concéntricas. J.L. Borges

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