Dalai Lama - Con el Corazón abierto

Cómo podemos empezar

Deberíamos empezar por eliminar los mayores obstáculos que impiden la compasión: la ira y el odio. Como todos sabemos, estas emociones tremendamente poderosas pueden llegar a ofuscar nuestra mente. No obstante, a pesar de su poder, la ira y el odio pueden ser controlados.
Si no lo hacemos, esas emociones negativas nos acosarán — sin que ello les suponga el menor esfuerzo — y nos pondrán trabas en nuestra búsqueda de la felicidad y de una mente bondadosa.
Cabe la posibilidad de que uno no considere la ira un obstáculo, de modo que, para empezar, sería útil indagar si la ira tiene algún valor. A veces, cuando nos sentimos desanimados por alguna situación difícil, la ira puede parecemos útil, pues, en apariencia, nos da más energía, seguridad y resolución. Con todo, en esos momentos debemos examinar cuidadosamente nuestro estado mental. Si bien es cierto que la ira nos aporta una energía suplementaria, si indagamos en su naturaleza descubriremos que se trata de una energía ciega: no podemos estar seguros de si su resultado va a ser positivo o negativo. Eso se debe a que la ira eclipsa la mejor parte de nuestro cerebro: su racionalidad. De modo que la energía de la ira es, en la mayoría de los casos, poco de fiar, y puede originar una inmensa cantidad de conductas destructivas y desafortunadas. Además, si la ira se dispara sobrepasando ciertos límites podemos llegar a enloquecer y adoptar una actitud que puede resultar perjudicial tanto para nosotros como para los demás.
No obstante, es posible desarrollar una energía igualmente poderosa pero mucho más controlada, que pueda ser empleada para manejar una situación difícil. Esta energía controlada no solo procede de una actitud compasiva, sino que también es fruto de la razón y la paciencia. Esos son los antídotos más poderosos contra la ira.
Lamentablemente, mucha gente piensa erróneamente que la razón y la paciencia son signos de debilidad. Personalmente, creo que es más bien todo lo contrario: son los verdaderos signos de la fuerza interior. La compasión es, por su naturaleza, bondadosa, pacífica e indulgente, pero es también muy poderosa. Nos da fuerza interior y nos permite ser pacientes. Las personas que a menudo pierden la paciencia son los inseguros e inestables. Así pues, considero la ira un signo inequívoco de debilidad.
Dicho esto, cuando surja un problema deberemos permanecer humildes y mantener una actitud sincera, y preocuparnos de que el desenlace sea justo. Por supuesto, cabe la posibilidad de que otros intenten aprovecharse de nuestra preocupación por la justicia, y si nuestra actitud desapegada no hace más que incitar a una agresión injusta, habrá que adoptar una postura más firme. Con todo, hay que hacerlo con compasión, y si es preciso dar voz a nuestros puntos de vista y tomar contramedidas severas, debemos hacerlo pero sin rencor ni mala intención.
Pensemos que, aun cuando parezca que nuestros oponentes nos están perjudicando, su actividad destructiva hará que al final se perjudiquen únicamente a sí mismos. Para controlar nuestro propio impulso egoísta y tomar represalias deberíamos recordar nuestro deseo de practicar la compasión y asumir la responsabilidad de intentar evitar que la otra persona sufra las consecuencias de sus propios actos. Si las medidas que ponemos en práctica han sido elegidas con serenidad serán más eficaces, más atinadas y más enérgicas.
El revanchismo basado en la energía ciega de la ira casi nunca da en el blanco.

Los niños de hoy

Buscando nuevos enfoques de la educación y la salud

Hoy en día son muchos los docentes, directores de escuelas y profesionales dedicados al área de la salud física y psíquica que están replanteándose su tarea, el sentido de su tarea y hacia donde van a dirigirla en esta época. ¿Por qué está sucediendo esto?

La humanidad está en crisis, todo lo que hasta este momento fue considerado concreto y veraz, está resquebrajándose dejando al descubierto lo que está inconcluso y carente de sentido. Esto se evidencia en todos los planos de la vida cotidiana, pero el plano más afectado y comprometido es el emocional-espiritual, y en el espacio que más aparece esta crisis es en las relaciones humanas. Lo más cercano en donde podemos percibir que se manifiesta este caos, es en las relaciones laborales, la pareja, la familia, y a gran escala, en el caos social que en definitiva sólo está mostrando lo que individual e internamente está sucediendo: crisis emocional y espiritual, pérdida del verdadero sentido de la existencia.

Los niños son en gran parte los emergentes que dejan al descubierto este principo de hundimiento social. Muchos de los sistemas educativos formales o tradicionales quedan obsoletos, no alcanzan para abordar la problemática interna que manifiestan los Niños de Hoy. Los profesionales que trabajan con niños se preguntan por dónde, cómo y para qué. Notan que las consultas han cambiado, que lo que antes servia como solución viable, hoy ha perdido valor.

Las nuevas miradas de los niños, sus profundos planteos, la angustia y tristeza que los arrastra al aislamiento y soledad, la irá y agresividad incontrolada, la hiperactividad, la desmotivación y desgano, todo esto preocupa tanto padres como a docentes y profesionales de la salud.

Docentes, directores de escuela y terapeutas se encuentran sorprendidos por el gran número de familias necesitadas de respuestas, y por sus recurrentes pedidos de guía y ayuda perdurable para sus niños.

Si hablamos de nuevos niños, debemos hablar indefectiblemente de Nuevos Adultos. Adultos flexibles, abiertos, con capacidad de crear en el instante nuevas formas de llegar al Alma Espíritu del niño. Adultos con la capacidad de ver el problema como una manifestación espiritual, como una necesidad del alma de ser vista y considerada como única.

Se piden nuevos enfoques, se requiere una actitud abierta y perceptiva. Se necesita fuerza para abrir nuevos caminos, y valentía para creer en la intuición y en los nuevos conocimientos. Es vital que comencemos a considerar al Espíritu como parte viva de la conformación del ser humano. Cuerpo, mente, Espíritu en unidad requieren la comprensión, su cuidado y cultivo. Es necesario comenzar a trabajar acompañando al Ser espiritual del niño.

Y aquí hay una gran clave que si es descubierta marca el principio: El cambio no debe ser circunstancial u obligado debido al desesperado momento, debe de ser verdadero y debe plasmarse primero en la vida del adulto. Se trata de una transformación interna, no de cambiar viejas fórmulas por otras nuevas más coloridas y bonitas a la vista. Las fórmulas no son suficientes, éstas sólo pueden acompañar un proceso como herramientas, pero la esencia de lo que se ofrezca debe partir de un núcleo vivo: Del Ser Espiritual del Adulto hacia el Ser Espiritual del Niño.

Aquí está lo esperanzador, el cambio se está viendo. Padres, docentes, médicos, psicólogos, psicopedagogos, distintos terapeutas están investigando nuevos abordajes, y a la vez como resultado, transformando su vida y su conciencia de ella.

Muchísimas consultas de padres manifiestan que gracias a ciertas problemáticas de sus niños, o de algún niño de la familia, han abierto su camino, han cambiado notablemente el enfoque de su vida comenzando a considerar lo intangible como lo más concreto. Muchísimos testimonios de profesionales indican también que gracias al cambio visible de los niños y sus dificultades en acompañarlos armónicamente, comenzaron a buscar nuevos horizontes, y con ello su vida dio un profundo vuelco personal y profesional.

Como humanidad esto marca el comienzo de un gran cambio. Comprendo que al principio puede surgir un sentimiento de desolación: “me siento sólo”, de desilusión: “todo lo que hice hasta ahora no sirve”, o un sentir de que todo es muy grande, que la corriente del sistema es un pulpo que abarca muchos aspectos y que pareciera invencible: “No voy a poder con todo”. Puede sentirse, es natural, pero en cuanto notamos que en realidad no hay nada contra que luchar, que la búsqueda es un afirmarse internamente con la convicción en lo que Es, no en lo que no es, si dejamos aparecer la esencia Espiritual más sabia descubriremos que allí sólo existe la profunda certeza y seguridad en si mismo.

Médicos, docentes, padres, terapeutas, psicólogos están sintiéndose llamados a abordar el acompañamiento del niño de forma más profunda. No es casual que esto suceda, estamos en un momento de transformación, de revalorización y redescubrimiento. Uno a uno los Seres Humanos estamos despertando e invitando a otros a que despierten. Una a una las conciencias se iluminan y se juntan generando un foco de Luz, como un eco que sale de uno y traspasa a otros despertando una pregunta haya o no conciencia del cambio.

Una célula nueva despierta, una chispa interior comienza a brillar, surge una intuición, un llamado, nuevas reflexiones, preguntas sin respuestas que incomodan y motivan a buscar, este es el comienzo del cambio.
Ahora TODO se resignifica. El sentido de una fuerte misión aparece, una misión en donde todos, cada uno, tiene un rol que llevar a cabo. Es un gran compromiso que con alegría, equilibrio y constancia puede colaborar con un cambio de conciencia global.

Primero nuestros ojos ven, luego con nuestra conciencia nos transformamos, con la acción ponemos una semilla, y lo que pasa después es digno de Ser vivenciado.

Autora: Nancy Erica Ortiz

El cambio ya sucedió

Por Julio A. Pagano

Como un buen mensajero que alienta y aviva tu labor, traigo a tu vida una liberadora noticia que dejará en tu interior la fuerza, la luz y el empuje necesario para que estos últimos pasos del camino de ascensión sean un verdadero goce para el alma. Sé que el aire está enrarecido y que tus sentidos confirman un contexto sombrío e insensible, donde todo indicaría que murió el amor. Confiá. Existe una buena nueva que todo tu corazón presiente. El cambio ya sucedió.

Fatigados de tanto peregrinar, comenzamos a recordar que el poder siempre estuvo dentro de nosotros. Movilizarnos fue el pretexto para abrir los ojos del alma, despertar y rememorar que no hacía falta dar un solo paso para cumplir nuestra misión. Simplemente teníamos que mirar al centro exacto de nuestro corazón, para anclar en la Tierra lo que en otros planos sutiles es una realidad tan palpable y viva como esta. Somos enlazadores de mundos. Vinimos a religar.

Ciencia y espiritualidad confluyen en el milenario saber de que nos movemos dentro de una matriz divina que contiene un infinito campo de posibilidades, donde cada ser humano porta el milagroso don de sumar para realizar el cambio. El amor todo lo puede. Sólo necesitamos armonizar nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, con el sabio poder creador del corazón, para manifestar en esta dimensión nuestros propósitos más puros, bellos y elevados.

La danza de la ascensión es mágica. Perfecta. Todo acontece en una grácil sincronía celestial. Micro y macro se espejan. Gaia cumple con los intensos procesos que le posibilitan alinearse con el centro de la galaxia para abrazar un formidable flujo de energía cristalina, al tiempo que nuestros cuerpos evolucionan, se centran e iluminan, desde el corazón, plasmando el cielo en este espacio vibracional denso. Somos los artífices del cambio. Recordá. Nuestra esencia es luz.

El poder de la intención y la nobleza de tu corazón te permitirán reconocer que la nueva Tierra está en tu interior. Eternamente estuvo ahí, esperando que despiertes. Respirá hondo, sentí su amor. Comenzá a vibrarla. Comenzá a amarla. No hay por qué esperar. No hay por qué temer, llorar ni lamentar. Asumamos hoy nuestro derecho divino a liderar y materialicemos el cambio. Sabíamos que el amor iba a triunfar. Disfrutá del camino. Celebrá. Gozá. El cambio ya sucedió.

Los tiempos internos

Hoy mis reflexiones tratan sobre los tiempos internos.

Hay un tiempo para todo.

Tiempo de pensar, de meditar y tiempo de actuar, de emprender.

Tiempo de sembrar y de cosechar, según reza la Biblia.

En cada aspecto de nuestra vida tenemos que tener la inteligencia emocional, de darnos cuenta cual es nuestro tiempo interno.

Para ello es imprescindible estar conectados con nuestro Ser interior, ese sabio que nos conduce por el camino que más nos conviene en cada momento.

En lo personal, soy principalmente activo, ejecutivo, una de las cosas que más me cuesta es parar y no hacer nada.

Cuando tengo un tema entre manos, ya sea un problema, un proyecto, un deseo, quiero hacer algo al respecto, avanzar, encontrar una solución, dar un paso significativo.

La vida me demostró en varias ocasiones que lo único que debía hacer era precisamente nada.

Retirarme, dejar que los acontecimientos fluyan solos, se acomoden, que decanten. Que no era tiempo de actuar.

Cuando no he sabido aquietarme, el Universo se ocupó de frenarme.

Mi cuerpo se enfermó y debí hacer reposo, o bien surgió una circunstancia que necesitaba toda mi atención y dedicación, por lo que ese tema pasó a segundo plano, quedó en stand by.

Para mi sorpresa ese impasse obligatorio, resultó lo mejor que podía haber acontecido. Las cosas sucedieron de manera fluida, y el resultado fue el mejor para mi y para todos los involucrados.

Conozco otras personas para quienes el desafío personal es actuar.

Su fuerte es la reflexión y ahí se quedan eternamente, porque siempre hay algún aspecto nuevo a considerar.

O bien porque surge otra alternativa y nunca se deciden por una acción determinada.

O bien por simple comodidad.

Y también en estos casos el Universo se encarga de ponerlos en acción, surgen imprevistos que los sacuden de tal forman que deben salir al ruedo a como de lugar.

Ambas posturas son poco saludables.

Ambas son manejadas por el ego, que se rige por códigos diferentes.

El ego es el que se engancha con miedos, incertidumbres, inquietudes, indecisiones.

A veces estamos tan ocupados actuando, que la oportunidad esta frente a nosotros y seguimos de largo sin detenernos.

Otras estamos tan reflexivos e indecisos, que la oportunidad pasa a nuestro lado y la dejamos escapar.

La naturaleza nos enseña a respetar los ritmos, primavera, verano, otoño e invierno. Cada estación nos brinda la posibilidad de algo diferente; cada una tiene su objetivo perfectamente establecido.

Necesitamos la vitalidad del verano y la pasividad del invierno, el renacer de la primavera y la sensibilidad del otoño.

Respetar los ritmos, los propios tiempos internos, sin forzarnos a avanzar cuando no lo sentimos así, y sin frenarnos cuando nuestra voz nos dice adelante; es un gran aprendizaje.

En tu interior siempre están las respuestas.

Eduquemos nuestro ego, aprendiendo a escuchar a nuestro sabio interior, permitiendo que él nos guíe.

Evitemos la tendencia de nuestro querido ego, a movernos en lo conocido y acostumbrado.

El resultado siempre es incierto, nunca tendremos la seguridad absoluta de lo que puede ocurrir, ya sea que actuemos o dejemos de hacerlo. Nunca tendremos el resultado garantizado.

Animémonos a seguir la voz de nuestro corazón, que tiene la certeza de que todo lo que sucede es lo que necesitamos en ese momento.

Dale tiempo al tiempo y el tiempo te enseñará muchas cosas.

Lobsang Rampa

Tuesday Lobsang Rampa o Martes Lobsang Rampa, fue el seudónimo literario de Cyril Henry Hoskin (Plympton, Inglaterra, 8 de abril de 1910 – Calgary, Canadá, 25 de enero de 1981), autor de 19 libros sobre temas diversos como religión, ocultismo, el aura, la vida en el Tíbet o algunos fenómenos paranormales. En 1948 cambió su nombre legal a Carl Kuon Suo.

Sus libros fueron muy controvertidos debido a lo que describió en ellos. En su tercer libro, por ejemplo, declaró haber sido poseído por el espíritu de un lama tibetano fallecido. El nombre Tuesday (martes en inglés) está relacionado con la afirmación de que los tibetanos de clase alta son nombrados de acuerdo al día en que nacieron.

Sus primeros libros

Lobsang Rampa fue un autor muy polémico debido a lo que escribió y declaró en sus primeros tres libros, El tercer ojo (1956), El médico del Tibet (1959), y El cordón de plata (1960). En ellos cuenta su presunta autobiografía, comenzando por su infancia; narra cómo fue educado para ser un monje-médico en el Monasterio de Chakpori, alcanzando el título de Lama y posteriormente de Abad de su orden. El relato continúa describiendo su viaje a China antes de la invasión del Tibet por el ejército popular de China en 1950. En China estudiará medicina en la Universidad de Chunking, graduándose como médico cirujano. Aprende aviación por su cuenta, y se tiene que desempeñar como oficial médico de guerra durante la invasión japonesa derivada de la Segunda Guerra Mundial. Es capturado, llevado a Japón, interrogado y torturado por las tropas japonesas. Finalmente puede escapar durante el bombardeo atómico de Hiroshima. Llega a Rusia, viajando hasta Moscú, donde es detenido por los rusos, internado en la Lubyanka, torturado y vuelto a interrogar. Por último, vuelve a escapar cuando es deportado, y viaja por Europa hasta llegar a Francia y Reino Unido, donde se embarca hacia Estados Unidos, entrando de manera ilegal. Finalmente marcha hasta Canadá.

Los tres primeros libros, donde se cuentan todas estas aventuras, aparecieron en inglés. Tras el éxito de ventas se tradujeron a idioma español, editándose en varios países como España o Argentina.

El tercer ojo
En noviembre de 1956 se publicó en el Reino Unido El tercer ojo, el primero de los grandes éxitos de ventas de Lobsang Rampa. El libro explica sus experiencias mientras se criaba en un monasterio tibetano tras ser enviado al mismo a la edad de 7 años. El título del libro está tomado de una operación en la cual un tercer ojo es abierto en la frente de Rampa, dándole el poder de la visión del Aura.

A lo largo del libro, Lobsang Rampa describe su educación como monje tibetano, detallando un viaje a las tierras altas (el mítico Shambhala), un avistamiento del legendario yeti, explicando al final del libro cómo encuentra un cuerpo momificado que fue él en una anterior encarnación. También toma parte en una ceremonia de iniciación en la cual aprende que durante su temprana historia el planeta Tierra fue golpeado por otro planeta, causando que el Tibet sea el reino montañoso que es hoy.

El manuscrito de El tercer ojo había sido rechazado por las principales editoriales británicas antes de ser aceptado por la editorial Secker and Warburg por un adelanto de 800 libras. Antes de la publicación, Frederic Warburg se encontró con el "doctor Carl Kuon Suo", aparentemente ligado al autor del libro, y quedó intrigado por su personalidad. Warburg envió el manuscrito del libro sin publicar a cierto número de estudiosos, muchos de los cuales expresaron dudas acerca de su autenticidad. No obstante el libro fue publicado en 1956 y pronto se convirtió en un éxito de ventas.

Rampa es británico
El explorador y tibetologista Heinrich Harrer no se hallaba convencido sobre el origen del libro y contrató a un investigador privado de Liverpool, llamado Clifford Burgess, para investigar a Rampa. Los hallazgos de la investigación de Burgess fueron publicados en el diario Daily Mail en febrero de 1958. El autor del libro era Cyril Henry Hoskin, que había nacido en Plympton, Devon en 1910 y era el hijo de un fontanero. Hoskin nunca había estado en el Tíbet y no hablaba tibetano. En 1948, había cambiado legalmente su nombre al de Carl Kuon Suo antes de adoptar el nombre de Lobsang Rampa.

Rampa fue rastreado por la prensa británica hasta Howth (Irlanda) y confrontado con el resultado de las pesquisas. No negó haber nacido como Cyril Hoskin, pero declaró que su cuerpo se hallaba ahora ocupado por el espíritu de Lobsang Rampa. De acuerdo con su tercer libro La historia de Rampa, se había caído de un abeto en su jardín en Thames Ditton, Surrey mientras intentaba fotografiar un búho. Contusionado, mientras permanecía inconsciente había visto un monje budista en su túnica azafrán que caminaba hacia él. El monje le habló acerca de Rampa y de tomar posesión de su cuerpo y Hoskin aceptó, diciendo que estaba insatisfecho con su vida.

Carrera posterior
Lobsang Rampa continuó escribiendo hasta una docena de libros mezclando religión, clarividencia, fenómenos paranormales y ocultismo, aunque ninguno alcanzó el mismo éxito que El tercer ojo. En uno de los libros, Living With The Lama, declaró haber sido dictado telepáticamente por su mascota, el gato siamés Fifi Greywhiskers. Enfrentado a los repetidos ataques de la prensa británica, que le llamaba farsante y charlatán, Rampa se fue a vivir en primera instancia a Irlanda, luego Montevideo (Uruguay), y finalmente a Canadá, a fines de los años 1960. Él y su mujer San Ra'ab se convirtieron en ciudadanos canadienses en 1973.

Lobsang Rampa murió en Calgary el 25 de enero de 1981, a la edad de 70 años.

Libros
El tercer ojo (1956)
El médico de Tibet (El médico de Lhasa) (1959)
Historia de Rampa (El cordón de plata) (1960)
La caverna de los antepasados (1963)
Viviendo con el lama (1964)
Tú para siempre (Usted y la eternidad) (1965)
La sabiduría de los antepasados (1965)
La túnica azafrán (El manto amarillo) (1966)
El camino de la vida (1967)
Más allá del décimo (1969)
Avivando la llama (1971)
El ermitaño (1971)
La decimotercera candela (1972)
Una luz en la oscuridad (1973)
Crepúsculo (1975)
Tal como fue (1976)
Yo creo (1977)
Tres vidas (Después del tiempo) (1977)
El sabio tibetano (1980)

Premios

Design by Blogger Templates