Aromaterapia sobre el organismo


Los cinco sentidos nos permiten recoger información del mundo circundante a través de los colectores de información que son los ojos, los oídos, la nariz, la boca y la piel, y reaccionar con el fin de mantener nuestra supervivencia. Esa información corre por las infinitas conexiones nerviosas, pero es el cerebro quien interpreta el significado que recibe por medio de esos colectores y como respuesta envía señales tendientes a preservar la vida.
La Aromaterapia cuenta con un ingreso directo al organismo a través del sentido del olfato y del tacto, cuando es aplicada sobre la piel en forma de masajes, compresas, lociones u otras.
El olfato La nariz es la encargada de transportar las sustancias volátiles dispersas en el exterior. El olor que percibimos es causado por el desprendimiento de las moléculas de las sustancias aromáticas que nos llegan por difusión o arrastre de las corrientes de aire. Estas moléculas ingresan durante la inspiración. En el interior de la nariz, hay pequeñas áreas de membranas sensibles que pueden detectar las sustancias químicas que se ponen en contacto con las mucosas olfatorias y las dendritas de las células receptoras que se orientan a la cavidad nasal, hasta llegar al bulbo olfatorio, formado por los axones de las células de Schutze que envían información al cerebro. El epitelio contiene cerca de 20 millones de células olfatorias especializadas, con axones que se extienden hacia arriba, como fibras de los nervios olfatorios. Estas fibras penetran la delgadísima placa cribada del hueso etmóides situado en el piso del cráneo, a través de los poros de aquél hueso. El extremo de cada célula olfatoria de la superficie epitelial ostenta varios vellos olfatorios que, al parecer reaccionan a los olores (sustancias químicas) presentes en el aire. Los nervios olfativos son también importantes para diferenciar el gusto de las sustancias que se encuentran dentro de la boca. Es decir, muchas sensaciones que se perciben como sensaciones gustativas, tienen su origen, en realidad, en el sentido del olfato.La captación de los olores es el primer paso de un proceso que continúa con la transmisión del impulso a través del nervio olfatorio y acaba con la percepción del olor por el cerebro. Aroma, recuerdos y emocionesApoyándose en estos conceptos, la AROMATERAPIA ha investigado los efectos sobre el sistema nervioso central y principalmente sobre las emociones, que numerosas plantas aromáticas provocan al ser inhaladas. El sistema olfativo, por sus conexiones con el sistema límbico y lóbulo temporal, le otorgan un importante poder como evocador de recuerdos de alto contenido emocional. Sabemos que en nuestro cerebro se almacenan recuerdos de nuestra infancia y, aunque no siempre logramos que afloren al presente de modo voluntario, están ahí esperando que algo los haga revivir de inmediato. Nuestras vivencias permanecen indelebles en nuestra memoria y precisamente los olores pueden ser un estímulo capaz de aflorar tales recuerdos más las emociones sujetas a ellos. Quien resiste en evocar un tramo de su infancia durante la cocción del pan horneado o de una torta de chocolate, o recordar los primeros años de escuela con el olor a cedro que despide un lápiz al sacarle punta, o el valor emocional que significa el aroma de aquellas flores que vinieron de la mano del amor. Pero el aroma, no solo conecta con aquel pasado lejanos, sino que, es creadora de nuevos surco que se arman en el presente. Frente a un aroma que se descubre por primera vez entorno a vivencias emocionales agradables, es típico que las personas deseen adquirir ese aroma, como una forma de prolongar las emociones de este pasado inmediato.
El tactoAdemás del olfato, los aromas tienen otro canal de ingreso “la piel”. Este es el órgano más extenso que delimita el adentro, nuestro universo físico y el afuera, el universo circundante. Es por la piel, por el sentido del tacto, la forma que conocemos el mundo. Antes que nuestros ojos pudieran ver la luz y distinguir los objeto, desde el tacto, reconocíamos los brazos de mamá y los distinguíamos de otros brazos. La forma que éramos sostenidos, acariciados o tocados ha constituido nuestra primera comunicación con el mundo. El masaje, es una actividad ancestral que acompaña al hombre de nuestros días, ha sido y es, una manera de dar y recibir bienestar. Una forma de comunicar sin palabras. El masaje activa la circulación sanguínea de la piel y los músculos, y condiciona estados emocionales de quien lo recibe. Cuando ese masaje está enriquecido por los aceites esenciales los resultados son más profundos y duraderos, ya que sus propiedades terapéuticas ingresan por sus infinitas y minúsculas puertas de acceso a capas más profundas de la piel. Los aceites esenciales son capaces de atravesar la epidermis. La elección de un masaje estimulante, relajante o equilibrante, será acompañado por el aceite esencial que brinde esas propiedades.
La Aromaterapia se integra y acompaña a otras técnicas terapéuticas como la masoterapia, shiatzu, digitopuntura y reflexología, donde las personas no solo reciben estimulación manual, sino que además se benefician con los principios activos de los aceites esenciales. De igual forma las clases de yoga, meditación, taichi, chikung, bioenergética, verán potenciado los resultados bajo la envoltura de los aromas.
Se ha comprobado que la aromaterapia es un excelente auxiliar para abrir los canales energéticos, especialmente en las sesiones de reiki, bioenergía y alineación de chakras.Es un acompañamiento ideal cuando se realizan tratamientos con terapia florar, gemoterapia y cromoterapia, también sobre tratamiento convencionales sicológicos o médicos sin que ninguno de ellos presente alguna contraindicación.
Prof. Graciela Dominguez

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