Aunque duela

Se dice que las relaciones son el espejo donde nos reflejamos, y que ellas nos devuelven la imagen que proyectamos. Se dice también que elegimos enseñar aquello que más necesitamos aprender. Es necesario entonces, estar atentos, para no dejar escapar las oportunidades de lecciones que se presentan.

Si tenemos la fortuna de relacionarnos con alguien que es inteligente y tiene la valentía de decirnos como nos vemos, obtendremos una ganancia extra. Esa persona, entonces, opera como catalizador de aquello que íntimamente sabemos que tenemos que mejorar, pero que quizás, no hemos podido hacer hasta el momento.

El camino del apredizaje es duro y muchas cosas hay para sanar. Son esas zonas oscuras que no desearíamos mostrar, pero ellas están allí agazapadas para ser vistas en el momento apropiado. Cuando el momento llega, podemos decir ¡bendito seas! Siendo sinceros y aceptando, que alguien nos muestre tal como somos, entonces tendremos la chance de cambiar.

Si estamos empeñados en alcanzar un nivel de conciencia más elevado, estaremos agradecidos a todo aquel o aquella que puede mostrarnos en qué estamos fallando. Cuando eso sucede, el ego duele, y mucho. Pero si somos capaces de sacar de algún lado un poquito -aunque fuera un poquito- de humildad, el camino se abre. Se hace amplio, y sentimos que se está produciendo una limpieza.

Si queremos ser libres, aprecio que la mayor libertad es aquella que nos da el poder ser libres de nuestras miserias. Agradezcamos entonces, a esas personas que nos devuelven nuestra propia deformada imagen. Cada una es, a su tiempo, nuestro maestro.


Carmen Farías - "Lecciones Pendientes"

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