Terapia Craneo Sacral

La Terapia Craneosacral es una forma de trabajo corporal suave que tiene sus raíces en la medicina osteopática. La medicina osteopática se basa en tres contenidos fundamentales de filosofía y práctica.
El primer contenido es que la estructura y la función están recíprocamente interrelacionadas. En otras palabras, el modo en que la estructura del cuerpo se mantiene afecta al modo en que funcionamos, y viceversa.
El segundo contenido importante es que el cuerpo es una unidad integrada, tanto en su estado de salud como de enfermedad. Esto significa que el cuerpo no se puede dividir, ya que una parte influencia la otra, y hay que considerarlo como una totalidad unificada.
El tercer contenido es que el cuerpo es capaz de autosanarse; en otras palabras: el cuerpo tiene las capacidades innatas de curarse si se dan las condiciones adecuadas para que los mecanismos de curación se manifiesten.
La Terapia Craneosacral se basa en el principio de que existe una pulsación sutil que emerge en los tejidos y fluidos del núcleo del cuerpo. Esta pulsación es una expresión de la fuerza de vida básica del individuo; los primeros terapeutas craneosacrales la denominaron «Aliento de Vida». La naturaleza de esta pulsación es rítmica; tiene una fase de expansión y otra de relajación; y se expresa en todos los fluidos, huesos, tejidos, membranas, y dentro y alrededor del sistema nervioso central, aunque también es posible sentirla en todo el resto del cuerpo. Esta pulsación se denomina «Impulso Respiratorio Primario», y realiza un papel fundamental en el mantenimiento del orden e integración cuerpo/mente. Entendemos que cuando el Aliento de Vida se expresa rítmicamente en los tejidos y fluidos del cuerpo, la salud y el equilibrio se mantienen. Sin embargo, el bloqueo o restricción de la expresión de esta pulsación es una causa fundamental y básica de muchas patologías y enfermedades.
El terapeuta craneosacral se entrena para utilizar su palpación en el diagnóstico de cómo el cuerpo se ha estructurado y funciona alrededor de los bloqueos o lugares de restricción. La forma de palpación utilizada para ayudar al cuerpo a liberar sus resistencias y bloqueos es muy suave, y ello permite que los ritmos y las pulsaciones inherentes más profundas se expresen con libertad.
El Impulso Respiratorio Primario se considera primario porque hace referencia a un proceso de vida más básico que la respiración a través de los pulmones, que se suele denominar Respiración Secundaria. La Respiración Primaria como expresión del Aliento de Vida subyace a todos los demás procesos vitales del cuerpo. Por ello, es posible que la Respiración Secundaria o el latido del corazón se detengan mientras que la Respiración Primaria continúa presente; en este caso la persona está viva.
El fundador de la Osteopatía Craneosacral, el Dr. Sutherland, relató en alguna ocasión lo que le ocurrió cuando paseaba a la orilla de un lago, y encontró a un hombre que se había ahogado. Este hombre estaba acostado en la orilla y sus señales vitales respiratorias, al igual que su ritmo cardíaco se habían detenido. Sin embargo, cuando Sutherland puso las manos en su cabeza, sintió que todavía estaba presente la Respiración Primaria. Entonces aplicó una técnica para fomentar el reinicio del Impulso Respiratorio Primario, y en un breve lapso de tiempo, el corazón de este hombre y su respiración comenzaron de nuevo, y su vida se salvó.Sutherland descubrió que las suturas del cráneo se mueven.

¿Cómo funciona la terapia craneo sacral?
A través de esta técnica trataremos de normalizar las estructuras fisiológicas del cráneo, columna vertebral y del sacro-cóccix. Nuestro trabajo como terapeutas se fundamenta en el conocimiento de las articulaciones de toda la bóveda craneal, del rostro y del sacro, en sistemas membranosos intracraneales y exocraneales y por supuesto en el sistema circulatorio y muscular y en algo de neurología. A través de estos sistemas influenciaremos en todas las demás estructuras internas, como órganos y vísceras.
Cuando ya tenemos todo este conocimiento lo aplicamos a los movimientos de la bomba hidráulica del líquido cefalorraquídeo. Lo que pretendemos es que esta bomba hidráulica funcione correctamente por todo el organismo, con lo cual aplicaremos unos toques suaves y trabajaremos principalmente con nuestra intención, para restablecer el movimiento inherente que existe en todo nuestro organismo gracias al movimiento respiratorio primario o impulso rítmico craneal.
Cada órgano o tejido de nuestro cuerpo ocupa un espacio cómodamente y dispone de cierta movilidad, palpitación o vibración. Estos son aspectos que denotan salud y vitalidad. La falta de movilidad y de flujo y reflujo de los órganos es debida en su mayoría por la restricción de la membrana ocasionada por adhesiones de sus fibras, o sea que las fascias se tensan y se quedan agarrotadas y esclerotizadas. Esto es debido por, traumatismos físicos o por defectos posturales, o por el estrés emocional o por cortocircuitos mentales, que por tanto nos bloquean y tensan las meninges o fascias. Nuestro tratamiento va ha ser: nosotros pondremos nuestra mano en el cráneo, para devolver la simetría y la amplitud del movimiento craneal a través del ritmo cefalorraquídeo. De igual manera tendremos que hacer lo mismo en la columna vertebral, en el sacro, en las piernas y brazos y en los distintos diafragmas. Esta es toda la técnica, pero para llegar a ello tenemos que saber primero toda la teoría sobre esas membranas y que ocurre. Lo difícil no es la práctica, si no comprender todo el mecanismo de la práctica, que ocurre debajo de nuestras manos. Podemos notar algo, pero si no lo entendemos no seremos facilitadores del proceso. Necesitamos comprender, para después pasar a la experiencia. Porque cuando igualamos las amplitudes y las simetrías, el equilibrio hidrodinámico emolinfático, cardiaco, respiratorio y del líquido cefalorraquídeo el cuerpo se armonizará totalmente. Y cuando todo está en armonía en el ámbito estructural, la química mejora y la emoción y la mente también mejoran.
Esto nos da el modelo del triángulo del cuerpo humano: estructura, química y mente. Con esto nos referimos al dibujo que los quiroprácticos utilizan como símbolo.Anteriormente todo funcionaba por un modelo analógico, como los teléfonos. Un sólo pequeño cable podía ir sólo a una terminal. Ahora vamos al sistema digital, a través de fibra óptica. Aquí cada pequeño cable que hay puede interconectarse con seis millones de otros cables. Cada centímetro cuadrado de una porción de médula espinal tiene mucha más comunicación que la fibra óptica. Dicho de otra manera, cada milímetro de médula son millones de vías nerviosas y sensitivas que se están transmitiendo de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. El problema es cuando la médula se corta y entonces hay que ver como interconectamos esos millones de impulsos eléctricos. Ahora la ciencia médica trata de hacer puentes de conexión en la médula espinal para hacer de puentes neurológicos y estimular todos los impulsos posibles, por lo menos los básicos.
La médula espinal, esta bañado por este líquido cefalorraquídeo y como la médula es tan sensible, cualquier diferencia de presión entre el cráneo y la médula producirá sobreexcitación en su sistema de transmisión neurológico. Por ejemplo si tenemos una gran acumulación de líquido en el hueso occipital, será muy fácil comprender por que el sujeto tiene trastornos en la musculatura dorsal, o en la musculatura posterior del cuello, y por mucho masaje que hagamos si no devolvemos la correcta presión en el occipital, difícilmente podremos normalizar la función neurológica entre nervio y músculo.

¿Por qué sucede esto?
Por que al activarse la médula se están activando conexiones mediante células especializadas llamadas células intercaladas, entonces transmiten información pero no son capaces de desconectarse de esa información, por tanto, el sujeto esta sometido a una constante sobreexcitación, y el músculo esta constantemente contraído, durante todo el día y toda la noche y a la larga duele.
Vamos a actuar de manera sutil y no invasiva y nuestro estrés o nerviosismo tenemos que procurar no inducirlo al paciente. Nuestra actitud será cómoda y relajada, capaz de sentir y escuchar los ritmos del paciente por separado de los nuestros.
Nosotros tenemos que saber todo sobre la fisiología y anatomía del cráneo y del sacro humano, para poder comprender y poder proyectarse en el interior del cuerpo, para disolver con mayor facilidad la tensión de las fascias.
El proceso es el de escuchar el ritmo cráneo-sacral en las distintas partes de cuerpo, con sólo poner nuestras manos muy suavemente sobre el paciente. Al observar la disfunción de este ritmo en algunas partes del cuerpo, trataremos mediante unas técnicas sencillas de equilibrar y restablecer la función de este ritmo. No hay ninguna manipulación profunda o fuerte, con sólo la concentración y la intención mental, junto con las técnicas, podremos devolver a la persona su ritmo cráneo-sacral.
Al eliminar de nuestro interior las tensiones fasciales el organismo entero puede realizar una comunicación mejor y efectuar las funciones necesarias para restablecer la salud holística, o sea la verdadera salud natural.
El equilibrio de nuestro impulso rítmico craneal (IRC) nos traerá mucha relajación, salud, energía, bienestar a nivel emocional, mental, sentimental e incluso espiritual. Nuestra calidad de vida se ve enormemente mejorada y equilibrada, nuestro cerebro y nuestro mundo emocional-sentimental están en paz y armonía. Empezamos a atraer a nuestra vida las mejores relaciones, actitudes y circunstancias, gracias a la enorme y constante liberación psíquica que se realiza cuando tenemos el movimiento de flexo-extensión en todo el cráneo. Lo negativo es incapaz de tocar nuestro campo energético, ya que no puede penetrarlo gracias a la respiración pulsátil del líquido cefalorraquídeo. Si además nosotros con nuestra intención nunca préstamos atención ni importancia a la actividad exterior negativa, la vida casi seguro se convertirá en un feliz camino de rosas.
Todo esto y mucho más podemos recibir si reorganizamos nuestro IRC en todo el cuerpo. Como ya sabemos las tensiones del tejido fascial están muy relacionadas con las tensiones psíquicas que hemos adaptado. La tensión física no es otra cosa más que energía psíquica condensada y reprimida, no asimilada. O sea es un quiste emocional, que lo único que hace es degenerar nuestro organismo y atraer circunstancias relacionadas con ese quiste emocional. Si volvemos a reprimir esa energía psíquica o a no asimilarla correctamente, se volverá a somatizar en el cuerpo, pudiendo llegar a límites de degeneración tan grandes como los provocados en el cáncer
La Terapia Cráneo-Sacral: más allá del masaje
La Terapia Cráneo-Sacral es un suave, delicado y profundo trabajo corporal que restablece el equilibrio psicosomático y potencia el poder de autocuración de nuestro cuerpo. No es una técnica de masaje, sino un trabajo corporal y emocional que accede a través de las manos del terapeuta al sistema cráneo-sacral, que está en íntima relación con los sistemas nervioso, musculoesquelético, vascular, endocrino y respiratorio. El terapeuta cráneo-sacral ha aprendido a leer e interpretar el ritmo en diferentes partes del cuerpo, recibiendo información de los posibles desajustes y fulcros de inercia del sistema. En la investigación científica de hoy, es la Física Cuántica la que nos da mayores bases para nuestro trabajo. Algunos experimentos prueban que las partículas están interrelacionadas, que se influencian entre sí.
He aquí algunas de las observaciones hechas en experimentos con quantums (partículas luminosas): El observador influencia lo observado, y cuando dos partículas cuánticas son llevadas a lugares opuestos del Universo y una se mueve, la otra resuena en concordancia. Esto nos da una idea de que cuando entramos en contacto con otro y, especialmente cuando estamos en un acto terapéutico, nos influenciamos mutuamente. Como practicantes necesitamos aprender cómo ser neutrales a fin de que el sistema no responda sólo a nuestra presencia, sino que realmente nos enseñe qué hay en el paciente en ese momento. Sólo así podemos cooperar con las fuerzas más profundas y ayudar al sistema. Es evidente que la terapia tendrá un resultado diferente dependiendo de la consciencia del terapeuta.
El sistema nervioso (central periférico) es el sistema más complejo y, si cabe, más necesario para el funcionamiento de cada parte del cuerpo y para su integración global (todos hemos oído su símil con un ordenador).

Sistema membranoso intracraneal
En Terapia Cráneo-Sacral, nos referimos a la duramadre, la membrana más externa que alberga a todo el SN, dentro del cerebro dividiéndolo y sujetándolo, y a toda la médula espinal dentro del canal vertebral.En ocasiones y por diferentes motivos se producen tensiones en la duramadre craneal, lo que puede originar mareos, dolores de cabeza, cansancio, aturdimiento etc. Por lo que se le trabaja dependiendo de la patología con las técnicas diseñadas para ello.

Membranas durales espinales o sistema membranoso extracraneal
Los cambios mecánicos, cambios posturales, accidentes, analgesias: epidurales, peridurales, cambios de volumen, etc. hacen que la duramadre espinal pueda sufrir tensiones ó restricciones a su movimiento fisiológico, provocando dolores de espalda a cualquier nivel, y por la conexión existente en todo el organismo, en cualquier otro lugar de él.
Estos dolores de espalda ceden casi inmediatamente al trabajar el tubo dural con las técnicas específicas.
La Terapia Cráneo-Sacral permite al Terapeuta trabajar sobre todas las estructuras del cuerpo: SNC, membranas durales, huesos, líquidos, músculos, fascias, órganos, etc. De manera que en cada caso se usan unas técnicas diferentes según lo que se vaya a tratar.
La TCS es una técnica manual sutil, y para aplicarla no hay que hacer una presión fuerte sino todo lo contrario, se usa un tacto sutil y no invasivo ni intrusivo, esperando que nos de la información a la que el organismo responde dando paso a sus propias fuerzas de recuperación.
En la terapia cráneo-sacral (TSC) se trabaja precisamente con estas meninges, en cualquier punto de su extensión y también más allá, con la fascia, con lo cual ya podemos vislumbrar el gran abanico de posibilidad terapéuticas que esta terapia nos aporta. Como hemos dicho, aunque la TCS ponga especial énfasis en el segmento cráneo-sacro (como su propio nombre indica), no se queda ahí, va “más allá de la duramadre”, trabaja también con la fascia de todo el cuerpo, con las vísceras etc.
Toda esta terapia nace con los trabajos que realizó el Dr. Sutherland a principios de siglo sobre los movimientos de los huesos craneales, sus disfunciones y patologías asociadas. Esto le valió el título de “padre de la osteopatía craneal.” el Dr. John Upledger siguió investigando, extendiendo sus conclusiones, al resto del organismo al descubrir el movimiento del tubo dural y el ritmo cráneo-sacral (RCS). El Dr. Upledger tuvo una experiencia clínica que marco irremediablemente el nacimiento de esta terapia. En su labor médica profesional se vio en la situación, junto con un colega neurocirujano, de tener que operar a un paciente que sufría un extraño cuadro de mareos, dolores, pérdida de memoria y psicomotricidad, etc. mediante resonancia magnética el neurocirujano le detectó una calcificación en el tubo dural a nivel cervical alto. En la intervención quirúrgica el cirujano tenía que raspar la calcificación con mucho cuidado mientras que el Dr. Upledger se encargaba de mantener firme y tenso el segmento duramadre afectado. Pero ante su propia frustración y sorpresa, una labor en apariencia tan sencilla, le resultó imposible, no podía mantener quieta la membrana, ¡se movía! Y con un ritmo fijo y pausado, diferente a cualquier otro ritmo corporal. Fue a partir de ahí que la mente inquieta del Dr. Upledger empezó a investigar sobre el movimiento propio del tubo dural, al que denominaría RCS, por ser fruto del bombeo del líquido cefalorraquídeo en el interior de un sistema hidráulico semicerrado (el sistema cráneo-sacral).
Desde un punto de vista anatomo-fisiológico, ha sido demostrado que el líquido cefalorraquídeo no esta estancado. Como todo fluido corporal, tiene un sistema de producción y reciclaje, es bombeado y absorbido a un ritmo constante y, al igual que existe un ritmo cardiaco y respiratorio independientes. El líquido cefalorraquídeo tiene un pulso propio que va de seis a doce veces por minuto en estado normal y con un movimiento de flexión y extensión. Es bombeado desde el cráneo hacia el sacro bañando todo el sistema nervioso. El terapeuta cráneo-sacral con el trabajo diario y su especial tacto es capaz de “sintonizar” con la pulsación del líquido cefalorraquídeo, la cual le indicará si existe o no alguna disfunción de un tejido fascial, muscular etc.Unos de los pilares sobre los que se sustentan la terapia cráneo-sacral es el respeto a lo que el cuerpo del paciente nos quiere decir (no diagnosticamos, sino que, escuchamos lo que el cuerpo quiere hacer para restituir la salud y le ayudamos en el proceso). La aproximación al paciente ha de ser de forma no intrusiva mediante un tacto muy sutil, siempre atento pero sin expectativas ni prepotencia curativa, (nosotros no curamos al cuerpo, sino que es su sabiduría interna la que lo va a hacer).
En la terapia cráneo-sacral partimos de la base de que los tejidos del cuerpo humano son sabios y necesitan su tiempo para reestablecer su equilibrio tras un trauma. Pero hay ocasiones en que el umbral del trauma esta por encima de la capacidad de respuesta del tejido en ese momento. Es entonces, cuando está indicada la terapia cráneo-sacral, ayudando en el proceso de autocuración.
El terapeuta, con sus manos, es un mero facilitador, el ayudante paciente y sensible que va allí donde el cuerpo le muestra un bloqueo y le da un pequeño estímulo de inducción para que el organismo recupere su memoria tisular o su estado normal. De esta manera se desbloquea el problema, pero no porque el terapeuta lo mande o aplique una fuerza externa sino porque el cuerpo quiere curarse, y nosotros colaboramos en ese sentido; sería algo similar a lo que ocurre en homeopatía, un pequeño estímulo (apenas una ligera presión o contacto) es más efectivo que aplicar grandes dosis... “menos es más.”
Ser terapeuta cráneo-sacral es estar siempre en un continuo proceso de fascinante aprendizaje, cada paciente (su cuerpo) te enseña algo nuevo que amplia tus conocimientos anteriores, solo hay que esperar y escuchar.Lejos de lo que pueda parecer en un primer momento, la Terapia-cráneo-sacral no es una terapia caprichosa o aleatoria. Años de investigación y práctica, han dado como resultado un método y unas técnicas de tratamiento muy específico y organizado, pero sin caer en la sistematización ni la rigidez. Existen unos protocolos de tratamiento en los cuales nunca se deja de lado el principio de la globalidad.
De todo lo anterior se deduce el amplio espectro de síntomas o enfermedades tratables con la Terapia Cráneo-sacral: tanto afecciones neurológicas (parálisis centrales y periféricas, traumatismos craneoencefálicos, trastornos neurovegetativos, vértigos, mareos etc.), problemas músculo-esqueléticos (hernias discales, esguinces, dolores musculares o tendinosos, artritis etc.), alteraciones viscerales (urinarias, genitales, digestivas, etc.) problemas pediátricos (hiperactividad, autismo, trastornos en la alimentación y / o el sueño, niños con problemas por parto en fórceps, epidural, ventosas o cesáreas, etc.), disfunciones sensoriales (trastornos auditivos, oculares, foniátricos, etc.), así como trastornos psicológicos o del comportamiento mediante Liberación somato-emocional (tratamiento avanzado de la Terapia Cráneo-sacral.)
Por ponerles un ejemplo práctico, imaginemos a una persona que ha sufrido un latigazo cervical, posiblemente tenga mareos, dolor de cuello, pérdida de memoria, falta de concentración, vértigo, miedo. Generalmente, en su radiografía, incluso en su resonancia magnética, no haya signos de patología ósea o discal, y esta persona será tratada con antinflamatorios, analgésicos y a veces también rehabilitación, pero probablemente no terminará de mejorar de sus síntomas ya que su problema se encuentra a un nivel más profundo. Así encontramos una explicación más lógica a este tipo de cuadros, hay que ir más allá de las estructuras músculo-esqueléticas: es la duramadre raquídea y craneal la que en su función de proteger la médula de la dura sacudida del latigazo, se ha visto obligada a contraerse (recordemos que las meninges tienen poca elasticidad) generando un mayor aporte de colágeno y perdiendo así su armonía y elasticidad, rigidificando el sistema membranoso y perturbando a su vez el fluir del líquido cefalorraquídeo, con todo lo que eso conlleva. Es en las membranas meninges donde habrá que trabajar para devolverles su elasticidad y reinstaurar de este modo la buena función del sistema nervioso y la relajación de los tejidos blandos anexos, lo que conducirá a la resolución definitiva del cuadro sintomático.

Observando las cabezas en las personas
Ahora tendremos que prestar más atención en los niños y en los mayores al nivel de deformidad del rasgo facial y observar con sólo mirarles la cara el eje deformado. Si al mirar a sus ojos, o sea al eje de flotación ocular, encontramos un ojo más bajo que otro o más metido que otro, esto nos estará indicando el tipo de torsión del esfenoides. Es muy importante fijarnos en los rasgos de la cara y observar si hay una asimetría en la línea ocular, en el eje nasal o en el eje bucal y saber cómo el esfenoides está rotado y está arrastrando todos los demás componentes articulares con él. Hay personas con una total asimetría entre la cara derecha y la cara izquierda. Y otras con mucha voluptuosidad en el lóbulo frontal y poco recorrido maxilar o al contrario con poca frente y mucho recorrido maxilar, esto nos indica un esfenoides de compactación en superioridad o en inferioridad. Esto puede venir desde el momento del nacimiento, pues al sacar el niño siempre se le hace una ligera rotación en el momento del parto y se puede alterar el eje normal del esfenoides. Esto es muy importante el poder verlo y escucharlo.

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