Historia Zen
Hay una historia Zen que habla de un viejo maestro cuyo temperamento inalterable desquiciaba a sus discípulos. Los monjes no podían creer que este maestro no se alterara y que permaneciera impasible frente a toda situación. Dispuestos a sacarlo de quicio, decidieron jugarle una broma. Disfrazados con atuendos demoníacos lo esperaron en un recodo del corredor a la hora en que solía llevar la ofrenda de té a la sala de los fundadores del templo. Cuando el viejo maestro se acercó, los monjes saltaron dando alaridos como bestias. El anciano sin detenerse, avanzó imperturbable hasta una pequeña mesita que estaba al lado del pasillo y con gran cuidado depositó la bandeja. Cuando estuvo seguro de que la ofrenda estaba a salvo, colocó una mano recostándose contra el muro y la otra sobre el corazón y emitió un suspiro al tiempo que dijo: "Ay, Ay qué susto tan tremendo".
La diferencia entre los actos inconscientes y los actos lúcidos, es que los primeros son respuestas impulsivas a estímulos externos, respondemos defensivamente de forma mecánica. Debemos estar atentos a no permitir que estas respuestas automáticas salgan de manera descontrolada. Sino lo único que hacemos es reproducir una y otra vez nuestro yo, el yo que sufre. No importa como nos sintamos no debemos actuar de forma irreflexiva frente a los demás. Lo importante es no responder. En este proceso podemos ir modificando poco a poco nuestros comportamientos e ir refinando nuestra relación con los demás. Mediante el cultivo de la atención y de una conciencia clara, podemos tomar distancia del estímulo y luego de un compás de espera, decidir la manera apropiada para responder libremente.Debemos estar atentos a no permitir que estas respuestas automáticas salgan de manera descontrolada.
En un gesto amable, con sabiduría y compasión, podemos sanar al otro, hasta el punto de modificar la conducta que originó la situación.
La diferencia entre los actos inconscientes y los actos lúcidos, es que los primeros son respuestas impulsivas a estímulos externos, respondemos defensivamente de forma mecánica. Debemos estar atentos a no permitir que estas respuestas automáticas salgan de manera descontrolada. Sino lo único que hacemos es reproducir una y otra vez nuestro yo, el yo que sufre. No importa como nos sintamos no debemos actuar de forma irreflexiva frente a los demás. Lo importante es no responder. En este proceso podemos ir modificando poco a poco nuestros comportamientos e ir refinando nuestra relación con los demás. Mediante el cultivo de la atención y de una conciencia clara, podemos tomar distancia del estímulo y luego de un compás de espera, decidir la manera apropiada para responder libremente.Debemos estar atentos a no permitir que estas respuestas automáticas salgan de manera descontrolada.
En un gesto amable, con sabiduría y compasión, podemos sanar al otro, hasta el punto de modificar la conducta que originó la situación.
Posted at 10:19 a.m. | Etiquetas: Reflexiones |
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1 comentarios:
HOLA SOY BETTY DÌAZ Y LE SALUDO Y LE AGRADEZCO PROFUNDAMENTE SU GRAN ENSEÑANZA, PUES YA ES TIEMPO QUE PIENSE ANTES DE ACTUAR.
DIOS LE BENDICE Y QUE SIGA CON ESRAS ESTUPENDAS ENSEÑÁMNZAS
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