Hermosa reflexión
Un hombre mayor llegó una clínica
para curarse una herida que se había hecho en la mano. Tenía bastante prisa.
Mientras el médico lo atendía le preguntó sobre el motivo de su urgencia.
Le aclaró que tenía que ir a una
residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Llevaba
varios años en ese lugar y padecía de la enfermedad de Alzheimer.
Mientras el doctor terminaba de
vendar la herida, le preguntó si ella se alarmaría en caso de que él llegara
tarde esa mañana.
- “No respondió, ella ya no sabe
quién soy. Hace años que no me reconoce”.
- Entonces, el doctor le preguntó
extrañado: “¿y si ya no sabe quién es usted, por qué esa necesidad ir todas las
mañanas y de llegar tan puntual?”.
Le sonrió y, dándole una palmadita
en la mano, le dijo: “Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien
quién es ella”.
Esa es la clase de amor que es
verdadero, de fidelidad hecha de detalles. Y es que el verdadero amor no se
reduce a lo físico o romántico, el verdadero amor es la aceptación de todo lo
que el otro verdaderamente es, de lo que ha sido, de lo que será, y de lo que
ya nunca podrá ser. Y es así que el amor se convierte en fidelidad.
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