Era dorada

 




 
¿Recordás por qué teníamos que alumbrar? Esta es la mágica tarea que fuimos convocados a efectuar. Esta es la luminosa misión que firmemente aceptamos liderar. Vinimos para ayudar a configurar un potente mandala que fuese capaz de propagar un fulgurante llamado armónico hacia todo el universo. Al abrirnos, al vibrar, al amar, juntos estamos gestando este milagroso espacio, con una luz fraternal, que conscientemente corona el gran despertar de la Era Dorada.

¿Percibís el extraordinario esplendor que emana esa delicada flor? ¿Sentís el apasionado fulgor que irradian todos esos corazones? ¿Divisás cómo las vibraciones se plasman en vivos colores que sólo emiten amor? Internamente ya se puede apreciar que este floreciente mandala está transformando a la Madre Tierra en un resplandeciente portal, que fielmente es iluminado por millones de almas peregrinas, que consagran sus bellas acciones cristalinas al servicio de la Luz.

Este sensible mandala, que estamos dinamizando, es la resplandeciente expresión humana de una nueva manera de vibrar, que enlaza formas simples y puras de interactuar. Dentro de cada destello hay gestos solidarios, palabras de aliento, abrazos sinceros, obras de amor, mensajes de esperanza, alegrías compartidas, canciones bien sentidas, actos de perdón, y un sinfín de valores y emociones que fusionan los corazones, y reflejan el auténtico espíritu de la Unidad.

En la medida en que nuevas personas se abren a las frecuencias sutiles, este gran mandala se torna más y más potente. Más y más reluciente. Va generando intensas oleadas lumínicas que disipan las sombras que producen las fronteras. Su cálido y rítmico pulsar, ayuda a recordar la importancia de vibrar armónicamente, de manera que la mente se sincronice con el corazón. Así es como el amor comienza a reinar, haciendo prevalecer la paz y restituyendo el equilibrio.

Sigamos religando. Nuestra labor tiene el claro propósito de activar corazones para que este maravilloso planeta se convierta en un precioso y singular portal, donde comenzar a jugar un juego bien diferente. Un juego en donde cada uno de los residentes seamos capaces de amar y ser amados, en un contexto bien humano, en donde brille el calor de la hermandad. Pulsemos bien juntos. Hagamos historia. Que todos sientan la bienaventurada llegada de la Era Dorada.

Julio Andrés Pagano

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