TOC Trastorno Obsesivo Compulsivo



Una enfermedad que afecta a uno de cada 200 jóvenes y a una de cada 50 personas en edad adulta en todo el mundo.

  
Eugenia Plano / Corresponsal en Argentina / www.vidapositiva.com 10 de julio 2012.
  Lavarse compulsivamente las manos, verificar innumerable cantidad de veces que la puerta se ha cerrado con llave, caminar evitando la unión de las baldosas o respetar un ritual planificado antes de salir casa; algunos de los hábitos que pueden ser consecuencia del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). El TOC puede presentarse bajo diversas formas pero se diagnostica a través de dos características comunes. El paciente se siente abrumado por ideas o imágenes que lo angustian y la forma de eliminar estas amenazas es llevando a cabo ciertos rituales. Quien padece el Trastorno Obsesivo Compulsivo cree que si no realiza diversos mecanismos un hecho trágico ocurrirá en su vida. La Lic. Gisella Holc, psicóloga y especialista en la enfermedad, explica que el miedo está relacionado con la obsesión y la compulsión con el intento de neutralizar o controlar el temor. Por ello, los miedos se presentan en forma de ideas y las compulsiones en forma de acto.
Las obsesiones se vuelven inevitables para el paciente y por lo tanto, producen mucha ansiedad ya que su contenido suele ser desagradable. Algunos ejemplos típicos de obsesiones son el temor a contagiarse alguna enfermedad, el temor a que le pase algo malo, tener necesidad de simetría, de que este todo en el mismo lugar, necesidad de decir o confesar y necesidad de controlar lo que sucede alrededor, entre otros. “Los pacientes suelen tener la convicción de que por el sólo hecho de pensar que una situación pudiera ocurrir, va a ocurrir. A este modo de pensamiento lo llamamos pensamiento mágico y suele acompañar a las obsesiones“, explica, la especialista.
En cambio, las compulsiones o rituales se definen como comportamientos repetitivos que pueden presentare como acciones físicas o mentales. En el primer caso las más frecuentes son bañarse o lavarse las manos una ciertas cantidad de veces, ordenar objetos de forma simétrica o chequear permanentemente por ejemplo que se ha cerrado con llave la casa o si se ha dejado cerrada la llave del gas. Por su parte, las acciones mentales pueden ejemplificarse a través de pacientes que cuentan objetos o hasta un determinado número, repiten palabras, rezan o cantan. “Estos comportamientos repetitivos tienen como objetivo reducir la ansiedad o evitar que algo malo suceda. Si bien pareciera lograr la calma de la ansiedad, esta calma es fugaz, transitoria, y frustrante porque no logra el dominio de la situación ni la resolución del conflicto. Y hasta, muchas veces saben que sus temores carecen de sentido lógico, pero durante un episodio de TOC se intensifican las dudas y la sensación de temor es muy real, no pudiendo ser calmada por la razón ”, advierte la Lic. Gisella Holc.
Una de las claves para tratar la enfermedad y así, prevenir los efectos que condicionan la rutina del paciente, es su detección temprana. La Lic. Holc explica que este tipo de trastorno afecta a un gran número de niños y adolescentes e incide en las principales áreas de su desarrollo como lo es el rendimiento escolar, social y familiar “La mayoría de los niños y adolescentes lo sufren en silencio hasta que sus padres, maestros o amigos se dan cuenta. Suelen llevarlo guardado como un problema secreto, del que no se habla o se hace con vergüenza. Esto genera dificultad en la detección temprana del trastorno y la posibilidad de intervenir rápidamente, pues cuanto antes se intervenga más fácilmente se resolverá, contrariamente cuantos mas años lleve instalado el trastorno más difícil se hará su remisión”, explica la Lic. Holc.
Entonces, ¿cómo influye la familia? ¿Existe alguna predisposición del tipo familiar en el caso de un paciente que desarrolla TOC? La respuesta es positiva. “Es muy frecuente que en las familias donde hay un paciente TOC suelen ser sumamente exigentes, con altas expectativas de rendimiento y baja tolerancia al error, acompañados por reiteradas críticas sobre el desenvolvimiento general del niño o bien sobre un área específica. Junto con esto, se observan reglas, costumbres y normas sumamente estrictas de cumplimiento que generan tensión. La sobreprotección, la necesidad de control y un alto voltaje ansioso son características que suelen repetirse en dichas familias“, explica la especialista.
En este contexto, en el caso de los niños y adolescente la terapia debe realizarse a través de la psicoeducación del paciente y su familia, con el fin que la evolución sea acompañada por el entorno y no comience a ser cuestionado por abandonar el afán de perfección, muchas veces incentivado, por los propios padres. La Lic. Holc, explica que durante tratamiento es de radical importancia no reducir al paciente al síntoma ya que la persona siempre es más que lo que le sucede. Así, el acompañamiento de la familia, los amigos o el entorno es de gran ayuda “En el tratamiento y con la ayuda de técnicas especialmente diseñadas para tal fin, el paciente aprende a reconocer y anticipar los pensamientos involuntarios y absurdos generadores de miedos y ansiedad, y se le enseña, poco a poco, a interpretar adecuadamente los estímulos o experiencias de la realidad así como la posibilidad de crear recursos internos generadores de mayor seguridad para evitar los mecanismos compulsivos, o bien los mecanismos de evitación y huida tan propios de la ansiedad”, concluye la Lic. Holc.

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