El libro de la Sabiduria - Osho
La mente tiene la tendencia a discutir sobre los defectos de otros. Ayuda al ego a sentirse bien. Todo mundo es un pecador; cuando todo el mundo es tan pecador, uno se siente comparativamente como un santo. Cuando los demás se equivocan, es agradable saber que, «por lo menos yo no me equivoco tanto».
La gente habla, por lo tanto, de los defectos de los demás; no sólo hablan de ellos, los magnifica. Por eso es que hay tanto disfrute en el chusmerío. Cuando el chisme pasa de una a otra boca, se enriquece. Y cuando regresa nuevamente, mucho se le habrá añadido. Al atardecer, si llegas a conocer el chisme que iniciaste en la mañana, te quedarás sorprendido. En la mañana era sólo una piedrecilla; ahora es una montaña. La gente es muy creativa, realmente creativa e ingeniosa.¿Por qué la gente tiene tanto interés en rumorear de los demás, en buscar faltas en los demás, en buscar limitaciones y defectos en los demás? ¿Por qué la gente está tratando continuamente de mirar los puntos débiles de otros? El motivo está en que esto les ayuda a tener una mejor apreciación de sí mismos. Se convierten en personas santas. Hablar mal de los demás ayuda a tener el sentimiento de que «yo soy mucho mejor». Hay una motivación. La razón básica es: «Si otros son muy feos, entonces yo soy hermoso». Siguen la teoría de Einstein de la relatividad.Atisha dice: No evalúes los defectos de los demás, no es asunto tuyo. No interfieras en las vidas de los demás; no es asunto tuyo. Pero hay grandes moralistas cuyo trabajo es ver quién está haciendo algo mal. Toda su vida se desperdicia; son como perros policías que olfatean aquí y allí. Todo su trabajo consiste en saber quién está haciendo algo mal.
Atisha dice: Esto es algo feo, un gasto inútil de tiempo y energía. No es sólo un desperdicio sino que refuerza y gratifica el ego, y un ego más gratificado se convierte en un mayor obstáculo. Recuerda, no se trata sólo de no discutir sobre los errores de los demás, tampoco te preocupes demasiado de tus propios defectos. Toma nota, permanece atento y deja que el asunto quede saldado de una vez.
Hay unos cuantos que se preocupan de sus propios defectos. Los psicólogos sospechan que la autobiografía de San Agustín, sus confesiones, no son verdaderas. Él insistió mucho en sus defectos. No fue tan mala persona pero el ser humano es realmente increíble. Si empiezas a insistir en tus cualidades, entonces te vas a los extremos. Si empiezas a insistir en los pecados, entonces también te vas a los extremos. Pero en los dos casos sólo haces una cosa. Lo que hace San Agustín es simple. Al insistir en sus defectos y pecados y todo tipo de cosas feas, él prepara un contexto. De ese infierno él se levantó y se convirtió en un gran santo. Ahora su santidad parece más significativa de lo que hubiera sido si desde el comienzo mismo simplemente hubiera sido una buena persona.Lo mismo pasa con Mahatma Gandhi en India. En su autobiografía, él simplemente exagera sus defectos y no deja de hablar de ellos. Esto le ayuda de una forma muy explícita. Lo suyo era muy bajo, lo situaba en el séptimo infierno, y de ahí empezó a surgir y se convirtió en un gran mahatma, un gran santo. El camino fue muy arduo. Esto llena mucho el ego.No discutas sobre los defectos de los demás; no hables de tus propios defectos. Toma nota y eso es todo. Atisha dice que poner conciencia es suficiente, no se necesita nada más. Si estás completamente consciente de cualquier cosa, el fuego de la conciencia lo quema. No hay necesidad de otro remedio.
No pienses en las cosas que conciernen a los demás… Pero es en eso en lo que sigues pensando. El 99% de las cosas en las que piensas conciernen a los demás. Déjalo. ¡Déjalo inmediatamente! Tu vida es corta y se te está escurriendo de los dedos. A cada momento eres menos, cada día eres menos, ¡cada día estás menos vivo y más muerto! Cada día de cumpleaños es un día de muerte; un año más que se ha ido de tus manos. Sé un poco más inteligente. No pienses en nada que concierna a los demás.
Gurdjieff solía decir a sus discípulos una primera cosa, la primerísima: «Busca tu mayor característica, tu mayor carencia, tu característica central de inconsciencia». Para cada uno es diferente. Algunos están obsesionados con el sexo. En un país como India, en donde, durante siglos el sexo ha sido reprimido, eso se ha convertido casi en una característica universal; todo el mundo está obsesionado con el sexo. Algunos están obsesionados con la ira, otros están obsesionados con la codicia. Tú tienes que observar cuál es tu obsesión básica. Así que encuentra primero la característica principal sobre la que descansa todo el edificio de tu ego. Y, permanece constantemente atento a ella, porque ella sólo puede existir si tú estás desatento. Se quema automáticamente en el fuego de la atención. Y, recuerda, recuerda siempre que no tienes que cultivar su opuesto. De otra manera, lo que sucede es que una persona toma conciencia de que, «mi obsesión es la rabia, así que, ¿qué tendría que hacer? Tendría que cultivar la compasión». «Mi obsesión es el sexo, así que, ¿qué tendría que hacer? Tendría que practicar brahmacharya, el celibato».
Las personas se desplazan de una cosa a su opuesto. Éste no es el camino de la transformación. Es el mismo péndulo moviéndose de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Y así es como tu vida ha estado moviéndose durante siglos; es el mismo péndulo. Al péndulo se le debe detener en la mitad. Y éste es el milagro de la conciencia que vigila. Simplemente sé conciente: «Éste es mi tropiezo principal; en este sitio me caigo una y otra vez, ésta es la raíz de mi inconsciencia». No intentes cultivar su opuesto, sino poner toda tu atención en ello. Crea una gran hoguera de atención y eso se quemará. Y, entonces el péndulo se detiene en la mitad. Y, con la detención del péndulo, el tiempo se detiene. Entras súbitamente en el mundo de lo sin tiempo, sin muerte, en la eternidad.
Las personas se desplazan de una cosa a su opuesto. Éste no es el camino de la transformación. Es el mismo péndulo moviéndose de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Y así es como tu vida ha estado moviéndose durante siglos; es el mismo péndulo. Al péndulo se le debe detener en la mitad. Y éste es el milagro de la conciencia que vigila. Simplemente sé conciente: «Éste es mi tropiezo principal; en este sitio me caigo una y otra vez, ésta es la raíz de mi inconsciencia». No intentes cultivar su opuesto, sino poner toda tu atención en ello. Crea una gran hoguera de atención y eso se quemará. Y, entonces el péndulo se detiene en la mitad. Y, con la detención del péndulo, el tiempo se detiene. Entras súbitamente en el mundo de lo sin tiempo, sin muerte, en la eternidad.
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