Lo maravilloso de la Estupidez

En este mundo tergiversado, donde “Separado” se escribe todo junto y “Todo Junto” se escribe separado, procuro rescatar aquellos tesoros que se encuentran enterrados en el olvido del idioma. Soy un inquieto buscador de la etimología de las palabras, con el fin de poder comprender la valiosa sabiduría que se esconde detrás de ellas.
Digo, en muchas ocasiones, que “no es lo mismo ser un Idiota, que ser un Estúpido”, haciendo referencia a los orígenes de estas palabras que hoy resultan muy duras, controvertidas y que llegan a lastimar los corazones de aquellas personas que se sienten condenadas emocionalmente al escucharlas.
La raíz de la palabra “Idiota” tiene procedencia de la lengua griega "Idios", cuya connotación es “aislado” o "propio". Era un concepto con que se denominaba a aquella persona que sólo tenía interés por sus propios asuntos y una indiferencia exagerada sobre los demás.
Cuando Usted se abre a los demás y se dispone a entregar lo mejor de Si Mismo, estará activando la fuerza del “servicio”. Usted puede ejercitar la capacidad de dar, de ser sensible, de ser abierto a corazón lleno. Ser un “idiota”, es el no darse cuenta que la indiferencia es un síntoma de ceguera del corazón. Abrir los ojos a la vida, es abrir las puertas a la grandeza que hay en su mano que entrega y en su otra mano, que recibe.
El término “Estúpido”, proviene del latín “Stupidus”, cuyo significado originario o primitivo es “Sorprendido”, “Asombrado”. Lo interesante es que, tanto “Estúpido” como “Estupendo”, tienen la misma raíz etimológica en el verbo “Stupere”, que puede traducirse como “Estupor” y connota “Asombrarse” o “Sorprenderse”.
Sorprende aún más todavía, cuando nos damos cuenta que “Estupendo” es considerado en nuestro idioma actual como un concepto positivo, y que la palabra “Estúpido” se ha tergiversado, formando parte del repertorio de insultos habituales en algunas acaloradas discusiones.
El científico alemán Albert Einstein decía: “Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana”. Tal vez no se refería despectivamente y estaba afirmando que el universo y el asombro humano no tienen finitud.
Pues bien, el asunto es que Si Usted desea una vida llena de cosas nuevas en la que pueda experimentar sensaciones y facultades muchas veces dormidas, como la alegría, el romanticismo, el poder de ser creativo y de ser servicial; deberá tomar la elección de abrir su corazón y “sorprenderse” ante cada detalle que experimente. Será el momento de que “su vida sea estupenda” y que “ser un estúpido” sea solamente una manera de llamarle a su gran asombro por la vida misma. Dejar de ser un Idiota, es decir, un egoísta que sólo piensa en sus intereses personales, para empezar a compartir con el mundo.
Cuando abra sus ojos al iniciar el día, sea Usted mismo quien decida trascender. Agradecer por las cosas simples de la vida, en lo cotidiano, porque es allí donde existe el asombro a lo sagrado, es decir, la capacidad de sorprenderse de lo divino en toda la creación: Asombrarse por la belleza de una simple sonrisa; por la palabra de una boca alejada de la crítica negativa; del juzgamiento o de la queja; asombrarse de una rosa, de un árbol, de la brisa, de poder respirar, de estar vivo.
Es bueno ser “Estúpido”, tener estupor, asombro; porque aquella persona que no ha podido sorprenderse de la belleza de las cosas simples y cotidianas, es una persona muerta.

Lic. Daniel Fernando Peiró - Autor - Conferenciante Internacional

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