La diferencia
… entre un consejo y un testimonio: El resultado.
 
Un peregrino fue a ver al maestro Sono para preguntarle:
-¿Cómo puedo pacificar mi mente?
-A la mañana, a la noche y cada vez que te ocurre algo, dí: “Gracias por todo. No tengo de que quejarme”.
El peregrino siguió este consejo. Sin embargo, no pudo lograr la ansiada paz mental: por eso volvió a lo de Sono y le contó su problema, pidiéndole de nuevo su dirección espiritual. El maestro contestó:
-Gracias por todo. No tengo de que quejarme.
De inmediato, el discípulo se sintió iluminado y se retiró con gran alegría. 
 
Del libro Textos y Meditaciones sobre el Zen, de Samuel Wolpin. Ed. Kier.
Posted at 4:21 a.m. | Etiquetas: Reflexiones |
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