Trabajar poco y mal


Apenas logro trabajar poco y mal


Tenemos mucho trabajo y sabemos que somos capaces de hacerlo… ¡pero no lo hacemos!

Se nos pasa el tiempo, y cuando por fin nos ponemos lo que tenemos que hacer… ¡lo hacemos mal, con lentitud o de forma totalmente ineficaz!

¿Te pasa a ti, verdad? Pues si te lo propones, eso puede ser historia. Ya que de todos modos hay que trabajar… ¡hagámoslo sabiamente!




  

Trabajar mal y trabajar bien pero en dirección equivocada, son sinónimos: podemos ser muy buenas atletas, pero si en la maratón hacemos otro recorrido, habremos perdido todo nuestro esfuerzo y dedicación, regresando al mismo punto “cero” de donde empezamos.
De igual forma, no sirve que ordenemos todos los libros por temática y al final de la jornada recordemos que debíamos haberlo hecho por orden alfabético… Hemos perdido esfuerzo y energía de forma infructuosa y terminaremos por preguntarnos: “¿por qué no hice esto desde el comienzo? Me hubiese ahorrado tantas cosas…”


Pero ya basta de andar recriminándonos por lo que hubiésemos podido hacer mejor o por no tener tiempo para nada. Desde ahora podremos ser más efectivas en nuestras labores y podremos optimizar nuestro tiempo y no vivir absortas por el trabajo, para así, poder recuperar aquellos rinconcitos en los que compartíamos con nuestros amigos y familiares, en los que salíamos de paseo, escuchábamos música, leíamos un buen libro o simplemente nos lanzábamos a la cama a hacer “pereza”. Debemos recuperar nuestro tiempo para mejorar nuestra calidad de vida, ¿cómo? Pues podemos seguir tres pasos muy simples.

Cómo trabajar sabiamente:


1.  Planteémonos un objetivo.
Cada vez que a mí me hablaban de un objetivo me provocaba querer “salir corriendo” y siempre decía: “¿pero, qué cosa tan aburrida es esta?”
Lo cierto es que con el tiempo me di cuenta de que los objetivos eran inocentes de toda culpa y que el error suele estar en la forma en cómo nos los planteamos.
En primer lugar, debemos saber que un objetivo no debe salirse de nuestras manos: no es lo mismo decir “voy a hacer que el clima cambie” a “voy a prepararme para el cambio de clima”, el primer enunciado no está en nuestras manos pero el segundo sí.
En segundo lugar, debemos pensar en un objetivo pequeño que podamos alcanzar fácilmente y que luego podamos convertir en uno más grande y, por último, debemos hacer que nuestros objetivos sean NUESTROS: con nuestras palabras, nuestros gustos, nuestras emociones…

2. Después de tener nuestros objetivos claros, el siguiente paso es idear un plan de acción, es decir, los parámetros y etapas bajo los cuales vamos a trabajar.

3. ¡Manos a la obra!
Debemos ponernos en marcha para lograr lo que nos propusimos anteriormente.

¡Es sencillo, y ya tienes experiencia en ello!
No hagas de todo esto un proceso difícil. Haz de cuenta que es como preparar una cena: primero te preguntas qué es lo que deseas cenar (objetivos); luego, empiezas a mirar qué ingredientes necesitas para la cena y cómo los vas a preparar (plan de acción); por último, cocinas y cenas, ¡objetivo alcanzado!

Si no tienes una “gran memoria” no hay problema, puedes usar un organizador o colocar frases alusivas a tus objetivos por toda tu casa y todo será más alcanzable.

¡No hagas de lo simple algo complicado!
¡Tú puedes cumplir todas tus metas!

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