La lección del agua
Nacimos programados para intercambiar impresiones, afecto
y entrelazarnos con los demás y el afecto nos permite establecer, mantener,
mejorar y fortalecer los vínculos con las personas.
Sin vida afectiva rica y de calidad, el desarrollo y
progreso en el sendero del Buda se estanca, se detiene, se suspende.
La actitud de enroscarse, atrae complicaciones,
dificultades, barreras innecesarias y muros que bloquen la comunicación de aquí
para allá, y de allá para acá.
Las evidencias muestran que las personas que se enroscan
se imponen un alejamiento nocivo que les impide utilizar el lenguaje fluido del
afecto.
Damos afecto y recibimos afecto, esta es una comunicación
que reconforta, enriquece, estimula, relaja y nutre.
Cuando como consecuencia de los oscurecimientos mentales,
nos replegamos, aislamos, enconchamos o enroscamos, deterioramos nuestra vida
afectiva, el dar y recibir afecto, y esto se irradia produciendo trastornos
mentales, daños en la salud física, emocional, mental y el ambiente o atmósfera
indispensable para tener relaciones armoniosas se cortocircuita.
El origen de muchas enfermedades nos es desconocido, mas
al preocuparnos por la salud del alma descubrimos que nos volvemos individuos
sanos.
La vida afectiva es fundamento para el desarrollo de
budhi. Budhi es conciencia acompañada de emoción superior.
Aprender a querer a los demás es querernos a nosotros
mismos.
El carácter afectivo presente en la comunicación con
nuestros semejantes, refleja el nivel de desarrollo de budhi, nuestra
conciencia espiritual.
Las relaciones interpersonales son básicas, todos
necesitamos socializar y la actitud afectuosa direcciona saludablemente y
sanamente la interacción con todos los seres humanos que sufrimos y aprendemos
la lección en este crisol de aprendizajes llamado planeta tierra.
La ausencia de afecto nos marchita, debilita, restringe,
enferma. Si nuestra conducta no es afectuosa maltratamos, lastimamos, dañamos y
hacemos sufrir a los demás.
Las personas hurañas son personas enfermas; algún hecho
en su pasado, impresionó su psiquis y ahora sufren un bloqueo afectivo, que
conmociona y recoge, enclaustra y limita su actividad emocional convirtiéndolos
en sufridos solitarios.
El sagrado sendero de Buda es el camino del despertar y
desarrollo de las virtudes y una virtud que no esta impregnada de afecto es
como una plantita en un inmenso desierto que intenta florecer en el centro de
ese medio áspero, rudo, insensible, difícil, complicado, carente del vínculo
afectivo representado por el agua.
Graciela E. Prepelitchi
Posted at 3:30 a.m. | Etiquetas: Psicologia |
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