Noche de San Juan


Es el equivalente a la noche de brujas, pero para los cristianos. La noche en la que se abren las puertas al mundo de lo oculto y extrañas fuerzas circulan por la tierra. Siempre se trata de que energías positivas, que le otorgan a las hierbas el poder de curar, purifican las aguas y dejan salir a pasear por el mundo de los vivos a las criaturas más enigmáticas, que habitan en otras dimensiones. Duendes, hadas y espíritus benevolentes dejan su huella en los caminos, haciendo nacer flores mágicas y generando corrientes de vitalidad a su paso.
Es una fiesta en que se evoca a un santo católico, cuyo nacimiento le devolvió la voz a su padre, que había enmudecido de tristeza por no tener descendentes.
También se celebra el solsticio (de verano en el hemisferio norte, de invierno en el hemisferio sur) y el Sol es el protagonista absoluto, por eso se prenden fogatas y se baila alrededor de ellas. Nada es suficiente cuando se trata de rendir homenaje al astro rey para ayudarlo a que brille con más fuerza. El fuego quema lo viejo y purifica.
En realidad el origen de esta festividad es pagano, pero el cristianismo apeló a algunas estrategias para poder incluirlo en el santoral. Los cristianos, teóricamente, no celebran los solsticios ni los equinoccios, pero son fiestas paganas, pertenecientes a las tradiciones Wicca y Celta. Cómo hacer entonces para rendir homenaje al Sol, sin que la Iglesia lo prohiba? Por primera y única vez en los ritos litúrgicos, se resolvió recordar la fecha de nacimiento de un santo y no la de su muerte.
Juan el Bautista nació el 24 de junio (tres días después del solsticio). Su madre tardó mucho tiempo en concebirlo y por ese motivo, Zacarías -el padre de Juan- había enmudecido. Cuando nació, se produjo el milagro y Zacarías, recuperó la voz. Había que festejar por partida doble y según la leyenda, el padre de Juan encendió hogueras para anunciar a sus amigos la noticia.
Uno de los antecedentes de esta fiesta -y quizá el más firme- es la celebración celta de Beltane, que se realizaba el 1º de mayo. El nombre significaba "fuego de Bel" o "bello fuego" y era un festival anual en honor al dios Belenos. Los druidas hacían pasar el ganado entre las llamas para purificarlo y defenderlo contra las enfermedades. A la vez, rogaban a los dioses que el año fuera fructífero y, a veces, hasta sacrificaban un animal para que sus plegarias fueran mejor atendidas.
En esta fiesta se celebraba la fertilidad de todas las cosas. Las hogueras representaban también los ciclos espirituales que conectaban la tierra con las fuerzas del otro mundo. Cuando los celtas ascendían a la sagrada colina de Beltane al amanecer, para encender fuegos rituales, también estaban regenerando su propia vitalidad espiritual.
La hoguera estaba formada por nueve maderos sagrados, de los cuales tomaban ascuas para encender otros pequeños fuegos, conduciendo su ganado a través del humo que producían. Para beneficiarse con el poder divino del fuego, la gente saltaba sobre las hogueras.

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