Hidroterapia

El origen de la palabra: hidroterapia deriva de los vocablos griegos HIDOR ( agua ) y THERAPEIA ( curación ), por lo tanto la hidroterapia es la aplicación tópica del agua natural con fines terapéuticos.
Existen otras como la hidrología medica y la talasoterapia , que utilizan también el agua como agente terapéutico. Sin embargo, se diferencian de la hidroterapia en que mientras ésta utiliza el agua natural o potable como medio terapéutico, la hidrología medica utiliza las aguas minero medicinales en toda su amplitud y la talasoterapia el agua marina.
La hidroterapia en el tratamiento de todo el cuerpo o de algunas de sus partes , gracias a diferentes estímulos tales como la presión , la temperatura, y la composición química . Esta puede contribuir a la curación de las enfermedades más diversas , pues prácticamente la mejoría producida en casi todas es importante. También se ejerce un papel importante cuando se une la presión del agua ejercida sobre el cuerpo, en baños simples o bien con la adición de determinados productos como sales minerales o preparados medicinales .Además el efecto de propulsión de la misma en todo el cuerpo o por acciones localizadas actúa considerablemente sobre el metabolismo, el sistema nervioso y la circulación sanguínea.
El entrenamiento en agua presenta una serie de variables beneficiosas respecto al al entrenamiento en seco debido a las características físicas del medio acuático: La flotación ( libera al paciente de parte de su peso ), presión hidrostática ( alteración en la distribución del volumen sanguíneo, mejora de la circulación de retorno), efectos de la temperatura del agua , etc...

Historia de la curación con el agua.

El Mundo Antiguo


El empleo del agua por el hombre, bien calmando su sed, en su limpieza e higiene, o como excelente conductor de frío o calor en prácticas terapéuticas, podemos asegurar que se viene utilizando desde el comienzo de la vida en la tierra. La existencia de balnearios-termas se remonta a tiempos remotos. Las más antiguas dedicadas exclusivamente al baño halladas hasta el momento son las de la ciudad india de Mohenjo-Daro, cuya fecha es anterior al año 2000 a.C. También han aparecido instalaciones de este tipo en el palacio de Cnosos, en la isla griega de Creta, construida entre los años 1700 y 1400 a.C., y en la ciudad real de Egipto Tell el-Amarna, edificada hacia el año 1350 a.C. Las pinturas decorativas sobre ánforas de la antigua Grecia revelan la existencia de artefactos primitivos similares a las duchas, y Homero habla en La Iliada de tinas para bañarse.

Las termas primitivas eran tan sólo dependencias de los gimnasios y tan sólo disponían de agua fría, pero hacia finales del siglo V a.C. se empiezan a convertir en complejas instalaciones independientes, situadas por toda la ciudad, que ofrecen baños de vapor y piscinas (albercas) mixtas de agua caliente, templada y fría. En Grecia y Roma el baño se convertía a menudo en un complicado ritual de cuidados corporales, que incluía la práctica de ejercicio, masajes con aceites especiales, una sucesión de baños a diferentes temperaturas, limpieza a fondo del aceite y el sudor de la piel y al final un nuevo ungimiento con cremas u otros afeites.
Las termas romanas más antiguas que se han conservado hasta nuestros días son las de Stabiano en Pompeya, construidas hacia el siglo II a.C. Su disposición es similar al resto de las que se conservan por todo el Imperio romano. Alrededor de un patio central, llamado palestra, donde se puede practicar ejercicio, se encuentra el apodyterium o vestuario; el caldarium o habitación que contiene el alveus, que es la piscina (alberca) de agua caliente; el laconicum o baño de vapor; el tepidarium o piscina de agua templada, y el frigidarium o piscina fría. En algunas ocasiones todas estas instalaciones se duplican, a un tamaño más reducido, para las mujeres. El agua se traía desde las fuentes, a menudo lejanas, mediante acueductos. Para calentar el interior de todas las estancias se utilizaban una serie de conductos de agua caliente bajo los suelos, que se cubrían con mosaicos decorativos.

Termas Romanas

El sur de Europa

En el sur de Europa la invasión musulmana se dejó notar incluso en las zonas reconquistadas por reinos cristianos. El Islam no sólo permitió los baños públicos, sino que añadió a las razones higiénicas y sociales otras de tipo religioso, que sirvieron para continuar con la tradición clásica. Todas las ciudades importantes tuvieron al menos un baño público; en España esta tradición se mantuvo incluso en las ciudades cristianizadas donde hubo una cierta población musulmana (morisca). El reinado de los Reyes Católicos, y en concreto la expulsión en 1492 de musulmanes y hebreos, acabó en gran medida con estas costumbres, que a partir de entonces se asociaron a herejes, moriscos o judeo-conversos.
Entre los baños de la época islámica española cabe destacar el Baño Real del Palacio de la Alhambra en Granada, que contaba con tres habitaciones para las diferentes temperaturas, así como los del Palacio de Medinat al-Zahara, en la Córdoba califal.

Orden espiritual y físico en el mundo antiguo
Las prácticas del baño como precepto obligado en la eliminación de impurezas de orden espiritual y físico, se nos hacen patentes ya incluso en los textos de los libros religiosos: los baños en el Ganges o en los lagos sagrados que rodean los templos indios, las abluciones ordenadas en el Coran, los baños purificadores indicados en la Ley de Moisés y el Talmud, etc. También en las leyendas y mitología se hace mención a los baños; cuenta Homero que cuando Telémaco busca a Ulises en Esparta, luego que estuvieron hartos de admirar tanta belleza en el palacio, les condujeron a unos baños muy limpios donde unas esclavas les bañaron y les perfumaron conduciéndoles a continuación a las salas de fiestas.
Los griegos grandes impulsores del empleo de los baños con fines higiénicos y sanadores; en los templos de Hércules se prescribían las inmersiones en agua fría para fortalecer los músculos y tonificar el sistema nervioso. Hipócrates, considerado el padre de la medicina, en su obra "Tratado de las aguas, de los aires y los lugares" dice: "El médico debe estudiar el uso del agua a título de agente terapéutico y recomendarla en algunas enfermedades, sobre todo cuando sea preciso combatir el exceso de calor que las fiebres de todas clases provocan en el cuerpo humano". También hace hincapié en la reacción que se produce después de aplicar el agua fría sobre la piel y sus efectos revulsivos.
Los romanos superaron considerablemente a los griegos, creando termas, las más importantes durante el mandato de Nerón y Vespasiano; aún podemos admirar la grandiosidad de los restos de las termas de Caracalla, capacitadas para 3.000 personas. Los médicos romanos que sobresalieron por sus curaciones y que de una forma u otra nos legaron testimonio de sus aplicaciones hidroterápicas fueron Musa, Charmis, Arateo, Galeneo, Celio Aureliano y Pablo de Egina, Musa de origen griego, médico de Augusto, alcanzó casi la divinidad al curar al César de una dolencia hepática con la aplicación de compresas y baños fríos; en su honor se erigieron numerosas estatuas.
Según Galeno, los médicos romanos de su época se dividían en HIDROFILOS e HIDROFOBOS. Los hidrófilos a su vez se clasificaban en PSICROFILOS (utilizan agua fría) y los TERMOFILOS (que usaban agua caliente). El primer médico que en sus escritos hace mención al uso de esponjas empapadas en agua fría, fue Coelius Aurelius, en el siglo IV de nuestra era.

La Edad Media

Durante la edad media, se ignoran por completo las prácticas hidroterápicas, y es en la corte de Luis XI donde se reanudan el gusto por el baño y el masaje. A mediados del XVI y principios del XVII, cuando el Renacimiento, junto con las artes se impulsa la utilización del agua como agente terapéutico, se actualizan los textos hipocráticos y galénicos y de la mano de Mercurialis se utilizan la gimnasia y afusiones de agua fría. Contemporáneos suyos fue Nicolás Mordane, que unió al empleo del agua el de la nieve y el francés Ambrosio Pareo , quien demostró la conveniencia de lavar con agua limpia y abundante las heridas, incluso las producidas en cirugía.
Es en 1697 cuando el médico inglés Floyer recopila y resume en una obra todas las prácticas hidroterápicas conocidas hasta el momento; lo titula "An Inquiry into riht use of baths" fundando el primer establecimiento hidroterápico, donde en sus modestas instalaciones se administraba a los pacientes una revolucionaria terapéutica que consistía en la provocación de calor mediante la aplicación de envolturas calientes y posteriormente afusiones de agua fría.
A lo largo del siglo XVII, por toda Europa se extienden los rumores sobre las asombrosas curaciones obtenidas con el agua; el estado de salud en que se encontraban los habitantes se cita por el Morejón, en la que dice: "Las erupciones cutáneas de toda clase se desarrollan profundamente, contagiándose de unas familias a otras, aumentando la lepra, la sarna, y muy en especial las enfermedades tiñosas, que tardaron muchos años en desterrarse de Europa".

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