Flores del Camino

NICOLÁS ROERICH, célebre pintor ruso (1874-1947), tuvo un maestro de pintura que también lo guiaba hacia una comprensión profunda del universo.
Cierta vez ese instructor le dijo que cuando la vida colocara una flor en su camino, no debería medir esfuerzos para ayudar a su pleno florecimiento; del mismo modo, cuando la vida le colocara un ser en su camino, no debería dejar de hacer ningún esfuerzo para ayudar a la manifestación de la luz interior de aquel ser.
A esa instrucción inspiradora hay que sumarle la intención de percibir más allá de las apariencias. En general existen tres tipos de visión: la de quienes se limitan a las apariencias, la de quienes saben o intuyen acerca de una realidad mayor que trasciende las apariencias y la de quienes conocen esa realidad y se rigen por ella.
El servicio evolutivo requiere esfuerzo en el sentido de conocer cada vez más profundamente la existencia y los seres. Al tratar de ver más allá de las apariencias se descubre que el Yo Superior de muchos comienza a imprimir sus patrones de luz en la consciencia y en los actos. Esos patrones necesitan encontrar un campo propicio, la confianza y el alimento para transformar la conducta del ser, transformar su vida, y esa transformación siempre se refleja en el medio donde vive. De esa manera, se realizan cambios en ámbitos más amplios.
Los que aspiran a colaborar en esas transformaciones, traten de ver en todos la posibilidad de renacimiento, de superación de aspectos inarmónicos, de elevación. Eviten emitir juicios, críticas o comentarios sobre los demás. Así, con esta simple propuesta, brindan una importante contribución para que las flores rieguen los caminos con su belleza y alegría.
Fuente: Boletín SEÑALES Nro. 9/01 de Figueira

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