Extrañar el futuro?

¿Y si la causa no estuviera en el pasado, sino hacia adelante?

¿Y si extrañáramos a quienes aún no conocemos, porque algo dentro sabe que vamos rumbo a encontrarnos?



La Psicología occidental siempre consideró el origen de lo que hoy sentimos con una única línea causal: desde el pasado (nuestra infancia, nuestros traumas, nuestros mandatos...).



Y es obvio que buena parte de quienes hoy somos tiene su causa en ello.

Pero... ¿eso es todo?

Si investigamos en las Psicologías de Oriente hallaremos que hay dos estratos internos:

Uno ligado a las leyes de la materia y del tiempo (en el cual sí rige la causalidad desde el pasado); pero también hay otro:

Un Inconsciente a-temporal, que se rige por otras leyes; tan es así que en el Zen se le ha llamado Lo Nonato, lo no-nacido, pues no nace ni muere, sino que simplemente Es.

En ese estrato más profundo puede haber una intuición del despliegue de nuestra vida:

Hacia dónde va, qué estamos llamados a hacer, y tal vez... a quiénes hallaremos en el Camino.



Sería deseable que todo terapeuta abra su mente a la posibilidad de que ciertos impulsos, emociones y pensamientos de sus pacientes, no tengan su causa hacia atrás, sino en el futuro.



Aún la Física Cuántica, desde lo científico-matemático, nos habla de la posibilidad de relacionarnos con el tiempo aún no venido. Uno de los fenómenos posibles es el pre-sentir la llegada de ciertas personas que serán significativas para nuestras vidas: alguien que nos proveerá herramientas internas que necesitamos, o amigos que se volverán entrañables, o bien alguien que nos implicará el aprender desde el Amor.



Cuando alguna de estas instancias sucede, -más allá de todo pensamiento mágico, que no quisiera alentar- el encuentro está signado por una profunda familiaridad: es como si algo muy hondo dijera: "¡Por fin!". Adviene una sensación de descanso, como de haber llegado a puerto seguro...



A veces son meramente proyecciones, deseos incumplidos que nos hacen ver en el otro a alguien que realmente no es.

Pero sería reduccionista afirmar que esta sensación de familiaridad y de encuentro siempre obedezca a proyecciones de anhelos incumplidos.

Sabemos aún muy poco sobre estos fenómenos.

Sin embargo, la Psicología no debe desdeñarlos, pues más allá de las fantasías que al respecto puedan tejerse, muchas veces este hecho sí es real, y cuando acontece produce sincronicidades asombrosas: coincidencias significativas cuya causa no está en el pasado, sino en lo que está siendo, y en lo que será.



Quisiera, yo, Virginia, convidar algo muy personal: en este año harán diez que, a bordo de un avión, regresando desde Alemania, escribí algo extraño.

En realidad lo extraño es que sólo dos meses después nos conocimos con Eduardo, quien fuera luego mi esposo, colega, y principal compañero de Camino, con quien desarrollamos este espacio que compartimos contigo.

Virginia Gawel

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