La Teoría Cuántica
Respecto a la teoría cuántica, Niels Bohr decía: “Si alguien dice que la teoría cuántica está clara, es que no la entiende”.
Porque su principal problema es que es sencillamente increíble.
No tiene nada que ver con el sentido común.
Pero la ciencia del siglo XX es mucho más emocionante que el sentido común, que Einstein definió sensatamente como: “La acumulación de prejuicios adquiridos hasta la edad de dieciocho años” .
Los principios básicos de la física cuántica son:
1.- Coexistencia onda-partícula:
Los electrones pueden comportarse como partículas y como ondas a la vez. Como ondas, no tienen localización específica sino que existen “campos de probabilidad”. Como partículas, el campo de probabilidad colapsa formando un objeto sólido dentro de un tiempo y espacio en particular. Los electrones, cuando no se los mide, se comportan como ondas. Si son observados, se vuelven partículas. El mundo está, en último término, construido por partículas elementales que presentan este curioso comportamiento.
2.- La no-localidad:
Para que la física cuántica funcione, la información debe viajar no sólo a velocidad superior a la de la luz (imposible para las leyes de la física clásica), sino de forma instantánea. La no-localidad sugiere que todo el Universo está conectado por información que puede aparecer en cualquier parte instantáneamente. El fenómeno se demostró en 1997, cuando físicos de la Universidad de Ginebra lanzaron fotones en direcciones opuestas a lo largo de 11 kilómetros y comprobaron que, si se interceptaba uno, se producía una reacción instantánea en el otro.
3.- El principio de incertidumbre de Heisenberg:
En la física clásica todos los atributos de un objeto son, en principio, accesibles a la medición. En física cuántica, nosotros podemos saber qué camino sigue un electrón cuando se desplaza por un espacio, podemos saber dónde está en un instante determinado, pero no podemos saber ambas cosas. Si se mide con exactitud la posición de una partícula, se debe sacrificar el conocimiento preciso de su “momentum”, y viceversa. Y cualquier intento de medir una de las dos cosas perturbará inevitablemente la otra. Lo que esto significa en la práctica es que nunca puedes predecir dónde estará un electrón en un momento dado. Sólo puedes indicar la probabilidad de que esté allí.
En cierto modo, el electrón no existe hasta que se le observa, que está al mismo tiempo en todas partes y en ninguna.
Porque su principal problema es que es sencillamente increíble.
No tiene nada que ver con el sentido común.
Pero la ciencia del siglo XX es mucho más emocionante que el sentido común, que Einstein definió sensatamente como: “La acumulación de prejuicios adquiridos hasta la edad de dieciocho años” .
Los principios básicos de la física cuántica son:
1.- Coexistencia onda-partícula:
Los electrones pueden comportarse como partículas y como ondas a la vez. Como ondas, no tienen localización específica sino que existen “campos de probabilidad”. Como partículas, el campo de probabilidad colapsa formando un objeto sólido dentro de un tiempo y espacio en particular. Los electrones, cuando no se los mide, se comportan como ondas. Si son observados, se vuelven partículas. El mundo está, en último término, construido por partículas elementales que presentan este curioso comportamiento.
2.- La no-localidad:
Para que la física cuántica funcione, la información debe viajar no sólo a velocidad superior a la de la luz (imposible para las leyes de la física clásica), sino de forma instantánea. La no-localidad sugiere que todo el Universo está conectado por información que puede aparecer en cualquier parte instantáneamente. El fenómeno se demostró en 1997, cuando físicos de la Universidad de Ginebra lanzaron fotones en direcciones opuestas a lo largo de 11 kilómetros y comprobaron que, si se interceptaba uno, se producía una reacción instantánea en el otro.
3.- El principio de incertidumbre de Heisenberg:
En la física clásica todos los atributos de un objeto son, en principio, accesibles a la medición. En física cuántica, nosotros podemos saber qué camino sigue un electrón cuando se desplaza por un espacio, podemos saber dónde está en un instante determinado, pero no podemos saber ambas cosas. Si se mide con exactitud la posición de una partícula, se debe sacrificar el conocimiento preciso de su “momentum”, y viceversa. Y cualquier intento de medir una de las dos cosas perturbará inevitablemente la otra. Lo que esto significa en la práctica es que nunca puedes predecir dónde estará un electrón en un momento dado. Sólo puedes indicar la probabilidad de que esté allí.
En cierto modo, el electrón no existe hasta que se le observa, que está al mismo tiempo en todas partes y en ninguna.
Posted at 4:17 a.m. | Etiquetas: Metafisica |
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