Disolver viejos patrones de miedo
He
notado que sigo repitiendo el mismo patrón que tenía de niño. Cuando mis padres
me reñían o decían algo de mí que me parecía negativo, me aislaba, me escondía
y me consolaba con la idea de que podía vivir sin gente, de que podía estar
solo. Ahora, empiezo a darme cuenta de que reacciono de la misma manera con mis
amigos.
Sólo es un viejo hábito que se ha quedado rígido. Intenta hacer lo contrario. Siempre que sientas que te quieres aislar, ábrete. Si te quieres ir, no lo hagas; si no quieres hablar, habla. Si quieres parar la discusión, no lo hagas, participa en ella con todo el vigor que puedas.
Siempre que se presenta una situación que produce miedo, hay dos alternativas: luchar o esfumarse. Un niño normalmente no puede luchar, particularmente en los países tradicionales. En Norteamérica, ¡el niño peleará tanto que serán los padres los que se esfumen! Pero en los países antiguos, en los países atados a la tradición —o en las familias donde los valores tradicionales siguen siendo muy fuertes— el niño no puede pelear. La única vía que le queda es encerrarse, encerrarse en sí mismo para protegerse. Has aprendido a esfumarte.
Ahora la única posibilidad es quedarte ahí, ser testarudo, y tener una buena pelea siempre que sientas que estás intentando escaparte. Durante un mes, intenta hacer lo contrario y después veremos.
Cuando puedas hacer lo contrario te diré cómo puedes dejar de hacer ambas cosas. Tienes que renunciar a las dos posturas, sólo así dejarás de tener miedo porque las dos están equivocadas. Ha habido un daño que te ha calado demasiado, y ahora tienes que equilibrarlo con lo contrario.
Durante un mes serás un auténtico guerrero, respecto a cualquier cosa. Y te sentirás muy bien, realmente bien, ¿de acuerdo? Porque cuando te escapas, te sientes mal, te sientes inferior. Es un truco muy cobarde... el aislarse. Vuélvete valiente, ¿de acuerdo? Después renunciarás a ambos, porque ser valiente, en el fondo, también es ser cobarde. Cuando la valentía y la cobardía desaparezcan, dejarás de tener miedo. ¡Inténtalo!
Sólo es un viejo hábito que se ha quedado rígido. Intenta hacer lo contrario. Siempre que sientas que te quieres aislar, ábrete. Si te quieres ir, no lo hagas; si no quieres hablar, habla. Si quieres parar la discusión, no lo hagas, participa en ella con todo el vigor que puedas.
Siempre que se presenta una situación que produce miedo, hay dos alternativas: luchar o esfumarse. Un niño normalmente no puede luchar, particularmente en los países tradicionales. En Norteamérica, ¡el niño peleará tanto que serán los padres los que se esfumen! Pero en los países antiguos, en los países atados a la tradición —o en las familias donde los valores tradicionales siguen siendo muy fuertes— el niño no puede pelear. La única vía que le queda es encerrarse, encerrarse en sí mismo para protegerse. Has aprendido a esfumarte.
Ahora la única posibilidad es quedarte ahí, ser testarudo, y tener una buena pelea siempre que sientas que estás intentando escaparte. Durante un mes, intenta hacer lo contrario y después veremos.
Cuando puedas hacer lo contrario te diré cómo puedes dejar de hacer ambas cosas. Tienes que renunciar a las dos posturas, sólo así dejarás de tener miedo porque las dos están equivocadas. Ha habido un daño que te ha calado demasiado, y ahora tienes que equilibrarlo con lo contrario.
Durante un mes serás un auténtico guerrero, respecto a cualquier cosa. Y te sentirás muy bien, realmente bien, ¿de acuerdo? Porque cuando te escapas, te sientes mal, te sientes inferior. Es un truco muy cobarde... el aislarse. Vuélvete valiente, ¿de acuerdo? Después renunciarás a ambos, porque ser valiente, en el fondo, también es ser cobarde. Cuando la valentía y la cobardía desaparezcan, dejarás de tener miedo. ¡Inténtalo!
Posted at 1:30 a.m. | Etiquetas: Psicologia |
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1 comentarios:
luchar o huir esa es la cuestión
muy hermoso
saludos
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