El cerebro y las leyes universales


“Me siento bien y vos también”
Es común escuchar a muchos hablando sobre lo malo, sobre lo que NO les gusta, sobre lo que NO quieren o sobre lo que NO están de acuerdo, etc. Todos NO. Es casi “normal” hablar de lo que nos hace sentir mal, incluso de lo que “no está bien en vos, en mí, en él, en ella, en la salud, en la economía, en el gobierno, en la escuela, en el trabajo, en el mundo”. Es tan pero tan usual hacer esto, que no nos damos cuenta de lo nocivo que es para cada uno de nosotros. En otras palabras, utilizamos mucho de nuestro tiempo para estar centrados en los problemas, entendiendo un problema como algo que NO nos gusta o que NO nos hace sentir bien.
Cada vez que hacemos esto: hablar, pensar o sentirnos mal por algo que nosotros mismos promovemos, estamos re-grabando el disco de nuestro cerebro enfocándonos en lo “malo”, por lo tanto no solo no podrá aparecer la solución sino que las cosas irán más o menos igual, no mejor.
Es tan importante sentirse bien, no solo por el disfrute que ello significa sino porque ese es nuestro “dial de frecuencia” que informa al universo hacia dónde vamos. Cada vez que nuestro cuerpo-mente sintoniza frecuencias bajas de dolor, pena, tristeza, rabia, temor, angustia, ansiedad, preocupación, etc, creamos más y más situaciones similares, más de lo mismo, más de aquello que NO nos gusta.
Lo mismo ocurre cuando leemos sobre lo que NO nos agrada y luego seguimos con la mente pensando un tiempo largo sobre eso y después lo comentamos con alguien y seguimos “manteniendo” esa vibración en nosotros.
Todo bienestar, viene del aprecio, de ver lo bueno. Y siempre es posible ver lo bueno, solo que no estamos habituados a hacerlo, sino acostumbrados y entrenados en ver lo malo.
El malestar en cambio, viene de la crítica ó de la queja, que equivalen a estar enfocados en lo que “NO me gusta, lo que no quiero, lo que temo, lo que no quiero saber, lo que me aterra”, etc
En todos lados se “ven” críticas, se escuchan voces que cuentan “lo peor”, se exponen imágenes que producen todo tipo de emociones negativas y es por eso que no es posible que nos sintamos mejor.
La Ley de la Mente (Hermes Trimegisto, 3000 A.C) dice que si nos sentimos mal es porque estamos pensando-hablando de lo que NO nos gusta y el resultado de esto es más y más malestar. Por el contrario, si ponemos el foco de atención en lo que SI nos gusta, en lo bueno que existe en la vida ahora, el resultado inmediato será el bienestar. Es a partir de lo que SENTIMOS que emitimos una frecuencia vibratoria-emocional que se irradia. De ahí la importancia de no quedarse atascado pensando-hablando acerca de lo que nos hace sentir mal, muy mal a veces…
No es cuestión de negar lo que sentimos, ni de “hacer oídos sordos a la realidad”, ni de falsearlo diciendo que está “todo bien”, sino más bien de ser conscientes de que si nos sentimos mal durante cierto tiempo es porque estamos aferrados a ideas fijas que nos hacen daño, nos duelen, nos hieren…Soltando esas ideas, cambiaremos nuestra vibración…y modificamos lo que “vemos” afuera.
Todo puede ser malo o bueno según el cristal con el que miremos, viejo refrán que está vigente.
¿Qué mundo estoy viendo?
¿Qué personas estoy convocando?
¿Qué lecturas estoy realizando?
¿Qué programas de TV estoy mirando?
¿A qué pensamientos estoy adhiriendo?
¿De qué temas estoy hablando?
¿En qué estoy pensando permanentemente?
¿Cómo me estoy sintiendo en este momento?
Necesitamos dejar de hacer cosas que pertenecen a la vieja consciencia del dolor y del miedo, para abrirnos a ser más amor y así emitir esa frecuencia únicamente. La frecuencia del amor.
Las 3 preguntas diarias que deberíamos hacernos son:

  • ¿Cómo me hace sentir esto que estoy diciendo?
  • ¿Cómo me hace sentir esto que estoy pensando?
  • ¿Cómo me hace sentir esto que estoy haciendo?
  • ¿Cómo estoy “siendo” en este momento?
Por último, como la información que irradiamos permanentemente es acerca de cómo nos sentimos, no dudemos en escanearnos conscientemente para no continuar con actos automáticos que nos mantendrán atascados en “lo mismo”.

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