La energía en el tratamiento de las enfermedades

El término de tratamiento energético, o “curar con energía” está muy de moda pero la comprensión de sus técnicas queda frecuentemente vaga o muy subjetiva.
Los científicos dicen que la energía es la que mueve la materia y que la materia es un accidente de la energía. Desde el punto de vista fisiológico, las energías astrales y etéreas o terrestres, entran dentro del cuerpo mueven las emociones y vuelven a salir, a esto se le llama “‘remoción”.

Por ejemplo: Una persona ve un accidente y se impresiona:

UNO: No reacciona y se queda aterrada por la sangre y por la muerte, la emoción se queda bloqueada en el interior de su cuerpo provocando por ejemplo, un bloqueo del diafragma seguido por un dolor de lumbares. O bien:

DOS: Reacciona con un grito y habla, encontrando relaciones con otras situaciones, explicaciones y juicios sobre lo que ha visto y se olvida poco a poco de la primera emoción. El diafragma se relaja y todo regresa a su orden. La emoción se libera.

Toda emoción que se queda fijada adentro del cuerpo, sobre un órgano, una articulación o algún tejido, es el inicio de una patología. La energía astral entra por la coronilla en la cabeza, hace girar los chacras y vuelve a salir. La energía de la Tierra entra al cuerpo directamente o a través de los alimentos, hace funcionar a los órganos y a todo un conjunto de sistemas, para luego, volver a salir. De la misma manera podemos decir, la energía entra y hace girar las emociones.

Existen energías particularmente humanas como la palabra que entra por un oído y sale por el otro (como popularmente se dice) o al contrario se fija bajo la forma de una emoción y puede generar una patología. Existen sistemas energéticos que rigen las relaciones humanas y sociales como por ejemplo la liberación de hormonas u otros olores… Que favorecen los encuentros entre personas o las simpatías; o al contrario, ponen una distancia infranqueable. Existen también los campos magnéticos, las ondas y todo lo que concierne al aura, la capa que cubre al cuerpo humano. Esta capa es un filtro y permite protegerse o abrirse, su disfunción conlleva un gran malestar social. También, de esta forma funcionan todos los sistemas vivos, animales, vegetales… (para los minerales es diferente, ya hablaré de esto en otra ocasión).

Todos estos sistemas energéticos son la base del funcionamiento humano, físico y psíquico. Me parece evidente que con este conocimiento del funcionamiento humano, el cuerpo y el espíritu no pueden ser disociados o separados; son sólo diferentes densidades de una misma unidad. De la misma forma, el aura, el espíritu, la sangre, los tejidos blandos o los huesos son las diferentes densidades de la energía. Sin embargo son elementos de una misma entidad y no pueden funcionar por separado. No existe materia viva sin energía, ni vida humana sin materia.

El tratamiento, ya sea alopático, homeopático, de acupuntura, de osteopatía u otro, será un examen de las diversas energías y emociones, con la posibilidad de armonizarlas.

Si consideramos el tratamiento manual, el tacto profundo, el tacto superficial, o el “sin tocar”, cada uno tiene su carácter específico y su eficacia, dirigido a diferentes niveles energéticos. Sería una visión parcial de la terapia considerar el tocar como tratamiento concreto y el no tocar como mágico. Actualmente existen muchas barreras que se desarrollan en los ámbitos médicos por razones de complejidad por un lado, pero también por la rentabilidad. Un médico se encarga de la cabeza, el otro del pié; uno corta el otro inyecta… Lo que hace falta es la conciencia del conjunto. Algunos ven, en el hecho de manipular las energías “sin tocar” el cuerpo, la expresión de una magia fuera de lugar o de creencias místicas. Yo no observo, en esta forma de pensar, más que una barrera cartesiana.

El terapeuta manual es también un ser humano y sus herramientas son sus propias energías, que pone en armonía o en oposición con las del paciente. Así el terapeuta se pone en juego con su disponibilidad, la capacidad de escuchar, la fuerza emocional y su comprensión. Está claro, que los fenómenos de resonancia o afinidad de un cuerpo energético con otro, son de ayuda dentro de las curaciones. Un terapeuta debería de estar siempre con buena salud, de buen humor y en la cumbre de su arte, ¡lo que no es fácil! Por eso la técnica debe de ser parte del ejercicio cotidiano del terapeuta y ser capaz de generar, en ciertos momentos, la inspiración sagrada.

Todas las formas de medicina deben de ser entendidas con su acción energética. La medicina manual es la más noble de las formas de tratamiento porque se dirige directamente al individuo, considerándolo en su ambiente, con sus emociones y sus motivos de estar enfermo. El “terapeuta energético” va a intentar ser el vector que libere una emoción y permita destapar las memorias contenidas en los tejidos, busca el origen de un traumatismo y le devuelve su movimiento fisiológico ya que el movimiento es la vida.

Todas las técnicas tienen sus razones y sus ámbitos de aplicaciones y pueden ser saludables a condición de conocer sus limites. La cirugía, aunque parece ser la forma más directa de intervenir sobre la materia, no puede ser considerada sin la carga emocional de lo agresivo que puede resultar para el cuerpo o de la parte que es retirada; y pide después que el cuerpo reencuentre su armonía. Una visión estrecha o una técnica fragmentada del cuerpo, provoca en sus intervenciones desequilibrios muchas veces más graves que la patología que se está tratando.

Mi intención no es desacreditar ninguna técnica de tratamiento sino al contrario, de abrir la comunicación hacia una mayor comprensión entre los especialistas de escuelas y culturas diferentes; así como de incitar a cada terapeuta a entender sus propios límites y ampliar su comprensión del ser humano, con sus diferencias, sus aspiraciones y sus conflictos.

El primer ser que debemos estudiar y encontrar es, por lo tanto, a nosotros mismos. Es la puerta que se abre hacia el ‘otro’ y da la posibilidad de ayudar. Seamos humildes y generosos, amemos la vida y no perdamos su poesía.

Escrito por el Osteópata Philippe Du Pasquier

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Hace ya 14 años que conocí a Philippe ahora releeo y admiro mas por experiencia propia la profundidad de su búsqueda y conocimiento. Gracias Philippe

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