Historias Zen
Obra maestra
Un maestro cal铆grafo estaba escribiendo algunos
caracteres en un trozo de papel. Uno de sus estudiantes especialmente perceptivo estaba mir谩ndolo. Cuando el cal铆grafo termin贸, le pidi贸 la opini贸n al estudiante - que inmediatamente le dijo que no estaba nada bien. El maestro intent贸 otra vez, pero el estudiante critic贸 su trabajo de nuevo. Una y otra vez el cal铆grafo redibuj贸 cuidadosamente los mismos caracteres, y cada vez el estudiante lo rechazaba. Finalmente, cuando el estudiante se distrajo en otra cosa y no estaba mirando, el maestro aprovech贸 la oportunidad para borronear los caracteres. "¡Ah铆 est谩! ¿C贸mo est谩 ahora?", lo pregunt贸 al alumno. El alumno se dio vuelta para mirar. "¡ESO... es una obra maestra!" exclam贸.
Un maestro cal铆grafo estaba escribiendo algunos

La Luna no se puede robar
Un Maestro Zen viv铆a la forma m谩s simple de vida en un peque帽a caba帽a al pie de una monta帽a. Una noche, mientras estaba fuera, un ladr贸n entr贸 a hurtadillas a la caba帽a s贸lo para encontrar que no hab铆a nada para robar. El Maestro Zen volvi贸 y lo encontr贸. "Has hecho un largo camino para visitarme", le dijo al extra帽o, "y no deber铆as regresar con las manos vac铆as. Por favor, toma mis ropas de regalo." El ladr贸n estaba asombrado, pero tom贸 las ropas y escap贸. El Maestro se sent贸 desnudo, observando la luna. "Pobre hombre", murmur贸. "Hubiera querido darle esta hermosa luna."
Un Maestro Zen viv铆a la forma m谩s simple de vida en un peque帽a caba帽a al pie de una monta帽a. Una noche, mientras estaba fuera, un ladr贸n entr贸 a hurtadillas a la caba帽a s贸lo para encontrar que no hab铆a nada para robar. El Maestro Zen volvi贸 y lo encontr贸. "Has hecho un largo camino para visitarme", le dijo al extra帽o, "y no deber铆as regresar con las manos vac铆as. Por favor, toma mis ropas de regalo." El ladr贸n estaba asombrado, pero tom贸 las ropas y escap贸. El Maestro se sent贸 desnudo, observando la luna. "Pobre hombre", murmur贸. "Hubiera querido darle esta hermosa luna."
M谩s no es suficiente
Hab铆a una vez un cortador de piedra que no estaba satisfecho consigo mismo y con su posici贸n en la vida.
Un d铆a pas贸 por la casa de un rico mercader. A trav茅s del port贸n abierto, vio muchas riquezas y visitas importantes. "¡Qu茅 poderoso debe ser ese mercader!" pens贸 el cortador de piedras. Se puso muy envidioso y dese贸 poder ser como el mercader.
Para su sorpresa, repentinamente se transform贸 en mercader, disfrutando m谩s lujos y poder que los que jam谩s pudo imaginar, pero era envidiado y detestado por aquellos con menor riqueza que 茅l. Pronto un alto oficial pas贸 por all铆, llevado en andas en un trono, acompa帽ado por lacayos y escoltado por soldados sonando gongs. Todos, sin importar su riqueza, ten铆an que inclinarse ante la procesi贸n. "¡Qu茅 poderoso es ese oficial!" pens贸. "¡Quisiera ser un alto oficial!"
Entonces se transform贸 en un alto oficial llevado a todos lados en andas en su adornado trono, temido y odiado por toda la gente de los alrededores. Era un caluroso d铆a de verano, por lo tanto el oficial se sent铆a muy inc贸modo en el trono. Mir贸 al sol en lo alto. El sol brillaba orgulloso en el cielo, inmutable ante su presencia. "¡Qu茅 poderoso es el sol!" pens贸. "¡Desear铆a ser el sol!"
Entonces se transform贸 en el sol, brillando con fuerza sobre todo el mundo, abrasando los campos, insultado por granjeros y trabajadores. Pero una enorme nube negra se movi贸 entre el y la tierra, como para que su luz no pudiera brillar sobre todos ah铆 abajo. "¡Qu茅 poderosa es esa nube de tormenta!" pens贸. "¡Desear铆a ser una nube!"
Entonces se convirti贸 en una nube, inundando los campos y poblados, escuchando los gritos que todos le profer铆an. Pero pronto encontr贸 que era alejada por alguna fuerza poderosa, y se dio cuenta que era el viento. "¡Qu茅 poderoso que es!" pens贸. "¡Desear铆a ser el viento!"
Entonces se convirti贸 en el viento, volando tejas de los techos de las casas, sacando 谩rboles de ra铆z, temido y odiado por todos. Pero despu茅s de un rato arras贸 contra algo que no se mov铆a, sin importar la fuerza que hiciera al soplar. Una enorme roca. "¡Qu茅 poderosa es esa roca!" pens贸. ¡Quisiera ser una roca!"
Entonces se convirti贸 en una piedra, m谩s poderosa que cualquier otra cosa en el mundo. Pero cuando estaba all铆, escuch贸 el sonido de un martillo golpeando un cincel sobre la dura superficie, y sinti贸 que lo estaban cambiando. "¿Qu茅 puede ser mas poderoso que la roca?" pens贸.
Mir贸 y vio delante de s铆 la figura del cortador de piedra.
Hab铆a una vez un cortador de piedra que no estaba satisfecho consigo mismo y con su posici贸n en la vida.
Un d铆a pas贸 por la casa de un rico mercader. A trav茅s del port贸n abierto, vio muchas riquezas y visitas importantes. "¡Qu茅 poderoso debe ser ese mercader!" pens贸 el cortador de piedras. Se puso muy envidioso y dese贸 poder ser como el mercader.
Para su sorpresa, repentinamente se transform贸 en mercader, disfrutando m谩s lujos y poder que los que jam谩s pudo imaginar, pero era envidiado y detestado por aquellos con menor riqueza que 茅l. Pronto un alto oficial pas贸 por all铆, llevado en andas en un trono, acompa帽ado por lacayos y escoltado por soldados sonando gongs. Todos, sin importar su riqueza, ten铆an que inclinarse ante la procesi贸n. "¡Qu茅 poderoso es ese oficial!" pens贸. "¡Quisiera ser un alto oficial!"
Entonces se transform贸 en un alto oficial llevado a todos lados en andas en su adornado trono, temido y odiado por toda la gente de los alrededores. Era un caluroso d铆a de verano, por lo tanto el oficial se sent铆a muy inc贸modo en el trono. Mir贸 al sol en lo alto. El sol brillaba orgulloso en el cielo, inmutable ante su presencia. "¡Qu茅 poderoso es el sol!" pens贸. "¡Desear铆a ser el sol!"
Entonces se transform贸 en el sol, brillando con fuerza sobre todo el mundo, abrasando los campos, insultado por granjeros y trabajadores. Pero una enorme nube negra se movi贸 entre el y la tierra, como para que su luz no pudiera brillar sobre todos ah铆 abajo. "¡Qu茅 poderosa es esa nube de tormenta!" pens贸. "¡Desear铆a ser una nube!"
Entonces se convirti贸 en una nube, inundando los campos y poblados, escuchando los gritos que todos le profer铆an. Pero pronto encontr贸 que era alejada por alguna fuerza poderosa, y se dio cuenta que era el viento. "¡Qu茅 poderoso que es!" pens贸. "¡Desear铆a ser el viento!"
Entonces se convirti贸 en el viento, volando tejas de los techos de las casas, sacando 谩rboles de ra铆z, temido y odiado por todos. Pero despu茅s de un rato arras贸 contra algo que no se mov铆a, sin importar la fuerza que hiciera al soplar. Una enorme roca. "¡Qu茅 poderosa es esa roca!" pens贸. ¡Quisiera ser una roca!"
Entonces se convirti贸 en una piedra, m谩s poderosa que cualquier otra cosa en el mundo. Pero cuando estaba all铆, escuch贸 el sonido de un martillo golpeando un cincel sobre la dura superficie, y sinti贸 que lo estaban cambiando. "¿Qu茅 puede ser mas poderoso que la roca?" pens贸.
Mir贸 y vio delante de s铆 la figura del cortador de piedra.
La ense帽anza m谩s importante
Un renombrado maestro zen dijo que su mayor ense帽anza era esta: Buddha es tu propia mente. Impresionado por la profundidad de esta idea, un monje decidi贸 dejar el monasterio y retirarse al campo a meditar sobre este pensamiento. All铆 pas贸 20 a帽os como un ermita帽o poniendo a prueba la gran ense帽anza.
Un d铆a se encontr贸 con otro monje que estaba viajando por el bosque. R谩pidamente el monje ermita帽o se dio cuenta que el viajero tambi茅n hab铆a estudiado con el mismo maestro zen. "Por favor, dime lo que sabes sobre la gran ense帽anza del maestro". Los ojos del viajero se encendieron, "Ah, el maestro ha sido muy claro sobre esto. El dijo que su mayor ense帽anza es esta: Buddha NO es tu propia mente."
Un renombrado maestro zen dijo que su mayor ense帽anza era esta: Buddha es tu propia mente. Impresionado por la profundidad de esta idea, un monje decidi贸 dejar el monasterio y retirarse al campo a meditar sobre este pensamiento. All铆 pas贸 20 a帽os como un ermita帽o poniendo a prueba la gran ense帽anza.
Un d铆a se encontr贸 con otro monje que estaba viajando por el bosque. R谩pidamente el monje ermita帽o se dio cuenta que el viajero tambi茅n hab铆a estudiado con el mismo maestro zen. "Por favor, dime lo que sabes sobre la gran ense帽anza del maestro". Los ojos del viajero se encendieron, "Ah, el maestro ha sido muy claro sobre esto. El dijo que su mayor ense帽anza es esta: Buddha NO es tu propia mente."
Mente en movimiento
Dos hombres estaban argumentando sobre una bandera flameando en el viento. "Es el viento lo que realmente se mueve", afirm贸 el primero. "No, es la bandera lo que se mueve", asegur贸 el segundo. Un maestro zen, que caminaba por all铆, escuch贸 el debate y los interrumpi贸. "Ni la bandera ni el viento se mueven", dijo, "es la MENTE la que se mueve".
Dos hombres estaban argumentando sobre una bandera flameando en el viento. "Es el viento lo que realmente se mueve", afirm贸 el primero. "No, es la bandera lo que se mueve", asegur贸 el segundo. Un maestro zen, que caminaba por all铆, escuch贸 el debate y los interrumpi贸. "Ni la bandera ni el viento se mueven", dijo, "es la MENTE la que se mueve".
Belleza de la naturaleza
Un sacerdote estaba a cargo del jard铆n dentro de un famoso templo zen. Se le hab铆a dado el trabajo porque amaba las flores, arbustos, y 谩rboles. Junto al templo hab铆a otro templo m谩s peque帽o donde viv铆a un viejo maestro zen. Un d铆a, cuando el sacerdote esperaba a unos invitados importantes, tuvo especial cuidado en atender el jard铆n. Sac贸 las malezas, recort贸 los arbustos, rastrill贸 el musgo, y pas贸 un largo tiempo juntando meticulosamente y acomodando con cuidados todas las hojas secas. Mientras trabajaba, el viejo maestro lo miraba con inter茅s desde el otro lado del muro que separaba los templos.
Cuando termin贸, el sacerdote se alej贸 para admirar su trabajo. "¿No es hermoso?", le dijo al viejo maestro. "S铆," replic贸 el viejo, "pero le falta algo. Ay煤dame a pasar sobre este muro y lo arreglar茅 por t铆".
Luego de dudarlo, el sacerdote levanto al viejo y lo ayud贸 a bajar. Lentamente, el maestro camin贸 hacia el 谩rbol cerca del centro del jard铆n, lo tom贸 por el tronco, y lo sacudi贸. La hojas llovieron sobre todo el jard铆n. "Ah铆 est谩", dijo el viejo, "ahora puedes llevarme de vuelta".
Un sacerdote estaba a cargo del jard铆n dentro de un famoso templo zen. Se le hab铆a dado el trabajo porque amaba las flores, arbustos, y 谩rboles. Junto al templo hab铆a otro templo m谩s peque帽o donde viv铆a un viejo maestro zen. Un d铆a, cuando el sacerdote esperaba a unos invitados importantes, tuvo especial cuidado en atender el jard铆n. Sac贸 las malezas, recort贸 los arbustos, rastrill贸 el musgo, y pas贸 un largo tiempo juntando meticulosamente y acomodando con cuidados todas las hojas secas. Mientras trabajaba, el viejo maestro lo miraba con inter茅s desde el otro lado del muro que separaba los templos.
Cuando termin贸, el sacerdote se alej贸 para admirar su trabajo. "¿No es hermoso?", le dijo al viejo maestro. "S铆," replic贸 el viejo, "pero le falta algo. Ay煤dame a pasar sobre este muro y lo arreglar茅 por t铆".
Luego de dudarlo, el sacerdote levanto al viejo y lo ayud贸 a bajar. Lentamente, el maestro camin贸 hacia el 谩rbol cerca del centro del jard铆n, lo tom贸 por el tronco, y lo sacudi贸. La hojas llovieron sobre todo el jard铆n. "Ah铆 est谩", dijo el viejo, "ahora puedes llevarme de vuelta".
La naturaleza de las cosas
Dos mojes estaban lavando sus tazones en el r铆o cuando vieron a un escorpi贸n que se ahogaba. Un monje lo sac贸 inmediatamente y lo puso sobre la orilla. Durante el proceso fue picado. Volvi贸 a lavar su taz贸n y el escorpi贸n volvi贸 a caer. El monje salv贸 al escorpi贸n y fue picado nuevamente. El otro monje le pregunt贸, "Amigo, ¿Por qu茅 contin煤as salvando al escorpi贸n cuando sabes que su naturaleza es picar?"
El monje respondi贸, "Porque salvarlo es mi naturaleza".
Dos mojes estaban lavando sus tazones en el r铆o cuando vieron a un escorpi贸n que se ahogaba. Un monje lo sac贸 inmediatamente y lo puso sobre la orilla. Durante el proceso fue picado. Volvi贸 a lavar su taz贸n y el escorpi贸n volvi贸 a caer. El monje salv贸 al escorpi贸n y fue picado nuevamente. El otro monje le pregunt贸, "Amigo, ¿Por qu茅 contin煤as salvando al escorpi贸n cuando sabes que su naturaleza es picar?"
El monje respondi贸, "Porque salvarlo es mi naturaleza".
No m谩s preguntas
Al encontrarse a un maestro zen en un evento social, un psiquiatra decide hacerle una pregunta que ten铆a en mente. "¿Exactamente c贸mo ayudas a la gente?" inquiri贸.
"La llevo adonde no puede hacer m谩s preguntas", contest贸 el maestro.
Al encontrarse a un maestro zen en un evento social, un psiquiatra decide hacerle una pregunta que ten铆a en mente. "¿Exactamente c贸mo ayudas a la gente?" inquiri贸.
"La llevo adonde no puede hacer m谩s preguntas", contest贸 el maestro.
No lo s茅
El emperador, que era un Budista devoto, invit贸 al gran maestro zen al palacio para hacerle preguntas sobre el Budismo. "¿Cu谩l es la suprema verdad de la santa doctrina budista?" pregunt贸 el emperador.
"Mucha nada... y ni un rastro de santidad", contest贸 el maestro.
"Si no hay santidad", dijo el emperador, "entonces ¿qui茅n o qu茅 eres t煤?"
"No lo s茅", respondi贸 el maestro.
El emperador, que era un Budista devoto, invit贸 al gran maestro zen al palacio para hacerle preguntas sobre el Budismo. "¿Cu谩l es la suprema verdad de la santa doctrina budista?" pregunt贸 el emperador.
"Mucha nada... y ni un rastro de santidad", contest贸 el maestro.
"Si no hay santidad", dijo el emperador, "entonces ¿qui茅n o qu茅 eres t煤?"
"No lo s茅", respondi贸 el maestro.
A煤n vivo
El Emperador le pregunt贸 al maestro Gudo,"¿Qu茅 le sucede a un hombre iluminado luego de la muerte?"
"¿C贸mo he de saberlo?" respondi贸 Gudo.
"Porque eres un maestro", respondi贸 el emperador.
"S铆 se帽or", dijo Gudo, "pero no uno muerto."
El Emperador le pregunt贸 al maestro Gudo,"¿Qu茅 le sucede a un hombre iluminado luego de la muerte?"
"¿C贸mo he de saberlo?" respondi贸 Gudo.
"Porque eres un maestro", respondi贸 el emperador.
"S铆 se帽or", dijo Gudo, "pero no uno muerto."
Obsesionado
Dos monjes viajeros llegaron a un r铆o donde encontraron a una joven mujer. Preocupada por la corriente, pregunt贸 si la pod铆an llevar al otro lado. Uno de los monjes dud贸, pero el otro la levant贸 r谩pidamente sobre sus hombros, la llev贸 al otro lado del r铆o, y la dej贸 en la orilla. Ella le dio las gracias y se alej贸.
Cuando los monjes continuaron su camino, el primero estaba meditabundo y cabizbajo. Incapaz de mantenerse en silencio, habl贸. "¡Hermano, nuestro gu铆a espiritual nos ense帽a a evitar cualquier contacto con mujeres, pero tu levantaste a aquella y la llevaste!"
"Hermano," replic贸 el segundo monje, "Yo la dej茅 del otro lado del r铆o, mientras que tu todav铆a la est谩s cargando."
Dos monjes viajeros llegaron a un r铆o donde encontraron a una joven mujer. Preocupada por la corriente, pregunt贸 si la pod铆an llevar al otro lado. Uno de los monjes dud贸, pero el otro la levant贸 r谩pidamente sobre sus hombros, la llev贸 al otro lado del r铆o, y la dej贸 en la orilla. Ella le dio las gracias y se alej贸.
Cuando los monjes continuaron su camino, el primero estaba meditabundo y cabizbajo. Incapaz de mantenerse en silencio, habl贸. "¡Hermano, nuestro gu铆a espiritual nos ense帽a a evitar cualquier contacto con mujeres, pero tu levantaste a aquella y la llevaste!"
"Hermano," replic贸 el segundo monje, "Yo la dej茅 del otro lado del r铆o, mientras que tu todav铆a la est谩s cargando."
Para铆so
Dos personas est谩n perdidas en el desierto. Est谩n muriendo de hambre y sed. Finalmente, llegan a una alta pared. Pueden o铆r del otro lado el sonido del agua y de los p谩jaros cantando. M谩s all谩 pueden ver las ramas de un suntuoso 谩rbol que se extiende por sobre el muro. Su fruto parece delicioso.
Uno de ellos consigue escalar el muro y desaparece por el otro lado. El otro, en cambio, regresa al desierto a ayudar a otros viajeros perdidos a encontrar el camino al oasis.
La pr谩ctica hace a la perfecci贸n
Un cantante de baladas dram谩ticas estudiaba con un estricto maestro que insist铆a en que ensayara d铆a tras d铆a, mes tras mes, el mismo pasaje de la misma canci贸n, sin permitirle ir m谩s adelante. Finalmente, lleno de frustraci贸n y desesperanza, el joven huy贸 para buscar otra profesi贸n. Una noche, en una taberna, se encontr贸 con un concurso de recitaci贸n. Sin nada que perder, entr贸 a la competencia y, por supuesto, cant贸 ese pasaje que conoc铆a tan bien. Cuando termin贸, el organizador del concurso elogi贸 su actuaci贸n. A pesar de las objeciones del avergonzado estudiante, el organizador se neg贸 a creer que lo que acababa de o铆r era la actuaci贸n de un principiante. "Dime", dijo el organizador, "¿qui茅n es tu instructor? Debe ser un gran maestro". El estudiante se hizo conocido m谩s tarde como el gran int茅rprete Koshiji.
Dos personas est谩n perdidas en el desierto. Est谩n muriendo de hambre y sed. Finalmente, llegan a una alta pared. Pueden o铆r del otro lado el sonido del agua y de los p谩jaros cantando. M谩s all谩 pueden ver las ramas de un suntuoso 谩rbol que se extiende por sobre el muro. Su fruto parece delicioso.
Uno de ellos consigue escalar el muro y desaparece por el otro lado. El otro, en cambio, regresa al desierto a ayudar a otros viajeros perdidos a encontrar el camino al oasis.
La pr谩ctica hace a la perfecci贸n
Un cantante de baladas dram谩ticas estudiaba con un estricto maestro que insist铆a en que ensayara d铆a tras d铆a, mes tras mes, el mismo pasaje de la misma canci贸n, sin permitirle ir m谩s adelante. Finalmente, lleno de frustraci贸n y desesperanza, el joven huy贸 para buscar otra profesi贸n. Una noche, en una taberna, se encontr贸 con un concurso de recitaci贸n. Sin nada que perder, entr贸 a la competencia y, por supuesto, cant贸 ese pasaje que conoc铆a tan bien. Cuando termin贸, el organizador del concurso elogi贸 su actuaci贸n. A pesar de las objeciones del avergonzado estudiante, el organizador se neg贸 a creer que lo que acababa de o铆r era la actuaci贸n de un principiante. "Dime", dijo el organizador, "¿qui茅n es tu instructor? Debe ser un gran maestro". El estudiante se hizo conocido m谩s tarde como el gran int茅rprete Koshiji.
Posted at 9:25 a.m. | Etiquetas: Reflexiones |
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1 comentarios:
Me gustan mucho las Fabulas Zen.
Te sumo esta.. Y te felicito!!!
Asertiva
La pr谩ctica hace a la perfercci贸n
Un cantante de baladas dram谩ticas estudiaba con un estricto maestro que insist铆a en que ensayara d铆a tras d铆a, mes tras mes, el mismo pasaje de la misma canci贸n, sin permitirle ir m谩s adelante. Finalmente, lleno de frustraci贸n y desesperanza, el joven huy贸 para buscar otra profesi贸n. Una noche, en una taberna, se encontr贸 con un concurso de recitaci贸n. Sin nada que perder, entr贸 a la competencia y, por supuesto, cant贸 ese pasaje que conoc铆a tan bien. Cuando termin贸, el organizador del concurso elogi贸 su actuaci贸n. A pesar de las objeciones del avergonzado estudiante, el organizador se neg贸 a creer que lo que acababa de oir era la actuaci贸n de un principiante. "Dime", dijo el organizador, "¿qui茅n es tu instructor? Debe ser un gran maestro". El estudiante se hizo conocido m谩s tarde como el gran int茅rprete Koshiji.
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