¿Amamos para que nos amen?
Los grandes maestros dicen que si realmente pedimos algo, el universo conspira para dar nos todo. Sólo que para pedir y recibir, la única regla básica es que eso que pedimos, primero sepamos darlo. No tenemos derecho a pedir lo que no sabemos dar. Primero demos, y luego, a no dudar lo, la vida nos devolverá multiplicado todo lo bueno y lo bello que entreguemos de nosotros mismos. Si yo les preguntara qué quieren de la vida, la mayoría de ustedes me diría: "Quiero amor, amor, amor. Quiero que me amen, que me comprendan, que me escuchen, que me valoren, que me abracen, que me respeten...".
Frente a esto la pregunta es: ¿Vos sabés amar? Si realmente sabés amar no podés limitar tu capacidad de amar sólo a aquellos que te aman, eso es trueque amoroso y no tiene mayor valor. El amor auténtico no especula sino que se da incondicionalmente, sin esperar nada a cambio. Lo contrario sería una actitud comercial y egoísta: "Doy para que me den, amo para que me amen..." ¡No! Así se corta el flujo energético divino con el que el universo te retribuye cuando das sin pedir nada a cambio.
La naturaleza humana es el amor y debemos dar desde un corazón puro. Dar desinteresadamente, servir sin esperar nada a cambio, esas son las actitudes que expanden nuestra naturaleza, conectan nuestro corazón con todo lo creado, nos permiten fluir en abundancia divina. Debemos salir a la vida a dar, dar, dar y dar. Salir a escuchar, a abrazar, a servir, a ayudar. Salir a la vida a poner en práctica esas palabras tan difíciles que son: "Contá conmigo", "¿En qué puedo ayudarte?", "Te quiero mucho", "Gracias por existir". Amá a los que te rodean. Amalos como son. Amalos aunque no los comprendas. Aunque sean distintos. Amalos aunque ellos no puedan amarte. Ayudalos en todo lo que puedas. Deciles, por lo menos a cinco personas por día, lo importante que son para vos. Cómo embellecen tu vida. Expresales que, porque están allí, aunque ni siquiera los veas físicamente, el mundo es un lugar mejor y tu propia vida se enriquece. Amigos queridos, recuerden que cuanto más amor damos, más amor generamos en nosotros y en los demás. Salgamos a la vida a expresar el amor que tenemos dentro, a amar todo y a todos incondicionalmente, y verán cómo la vida los envuelve en amor y protección divina todo el tiempo.
Claudio María Dominguez
Posted at 4:00 a.m. | Etiquetas: Psicologia, Reflexiones |
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