Información sobre el dolor

Es indudable que acompañar a un paciente con dolor crónico, a veces asociado con otros síntomas persistentes, no es una tarea fácil. La buena voluntad de familiares o allegados no siempre permite, por sí sola, resolver la situación favorablemente. Por eso resulta útil tener en cuenta ciertas premisas básicas, como las que se mencionaron en una nota previa (Dolor crónico y dificultades de comunicación) y otras que detallamos a continuación.En pos de una mejor comunicación

Comprender los silencios
Muchas veces las personas con dolor crónico prefieren no hablar de él; es decir, guardan silencio por temor a cansar a los demás con sus quejas o por una actitud de negación ("si no menciono al dolor, éste quizás se vaya"). En muchas ocasiones, el hecho de no expresar o comentar a los demás la existencia de dolor es un mecanismo de adaptación que resulta útil. Por este motivo, si cuando interroga a una persona que supone que tiene dolor ésta le contesta que se encuentra bien, la idea es tranquilizarlo, explicarle que realmente está interesado por saber de su estado, pero que a la vez comprende que no quiera hablar de ello. De este modo, se deja una puerta abierta al diálogo, para el momento en el que éste sea posible.

Observar lo que las palabras no dicen
La falta de expresión verbal hace que en algunas ocasiones exista una clara discordancia entre lo que el paciente dice en palabras y las expresiones de su rostro o de su cuerpo. No olvidemos que existe un lenguaje corporal, muchas veces más expresivo que la propia palabra.El dolor intenso y persistente puede expresarse por sudoración, irritabilidad, dificultades en el sueño, problemas para concentrarse, reducción de la actividad física e incluso (en casos más graves) ideas de suicidio. En la cotidianeidad, muchos pacientes están habituados al sufrimiento y consideran a estas manifestaciones como algo habitual, que no mencionan a menos que se les pregunte.En otros casos sucede a la inversa: los pacientes se sienten asustados con lo que les pasa y lo transmiten, muchas veces en forma dramática. Existe una cierta tendencia a pensar que el paciente exagera, incluso por obtener beneficios o disculpas especiales. En esas circunstancias, es conveniente creerle al paciente; recuerde que el dolor es lo que la persona experimenta, más allá de un estímulo nervioso.

Emplee un lenguaje esperanzador y continente
Muchas veces preguntas como las que formulan los médicos que tratan el dolor, pueden servir a los familiares para conocer la situación del paciente. Por ejemplo, pedirle que diga del 1 al 10 como clasificaría el dolor que experimenta en ese momento, o como cambió esa "calificación" del dolor a partir de un determinado tratamiento o medicamento. Evite expresiones como "tendrás que aprender a convivir con el dolor", que no ayudan a mantener una actitud esperanzada y no permiten movilizar recursos internos que todo individuo posee.

Honestidad ante todo
Nadie tiene todas las respuestas, y mucho más ante el dolor crónico. Por este motivo, no se esfuerce en responder al paciente cuestiones tales como: "¿Hasta cuando me durará esto?". Sea honesto con Ud mismo, admita internamente y frente a él que desconoce la respuesta. A la vez, asegúrele que independientemente del desarrollo futuro de la situación, puede acompañarlo y solidarizarse con él. Tenga presente que la compasión (es decir, sentir con el otro) es uno de los sentimientos más reparadores y aliviantes para el ser humano.

Editora Médica Digital, octubre de 2008

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