La Sensibilidad

En cuanto a la sensibilidad, se dice que es un arma de doble filo, por una parte es una bendición, es un don especial para percibir la realidad de una manera más exacta y adecuada; por otro lado puede ser nociva, cuando no se sabe como manejarla, entonces somos víctimas de nuestra propia sensi­bilidad.
En el primer caso la sensibilidad funciona de manera positiva, es decir, la persona sensible está sintonizada con vibraciones superiores, por lo que percibe lo relacionado con la realidad suprafísica. Y de esta manera se con­vierte en un intermediario entre lo divino y lo humano, como es el ejemplo de los profetas y quienes tienen la capacidad de contactarse con el nivel supraconsciente de la mente universal.
También existe la sensibilidad negativa, la cual abre la percepción de quien la posee hacia lo inferior, en lugar de lo superior, las personas sensibles de este tipo, no saben como manejar esta capacidad, sufriendo en la mayoría de los casos, por lo que captan de los lugares o de las personas que cono­cen, ya que se dan cuenta de cosas bajas y oscuras, que los dañan grave­mente, a nivel energético-físico y psicológico.
Los sensitivos negativos viven con enfermedades psicosomáticas, además de convertirse en vehículos de expresión nociva para quienes los conocen. Es muy difícil para ellos percibir lo positivo de las personas o de los lugares a donde van, su realidad se nutre de su manera de percibir el mundo, cap­tación falseada pues sólo se dan cuenta de un aspecto de la misma.
Cuando un sensitivo negativo utiliza su capacidad supuestamente para ayu­dar a otras personas, como es el caso de muchos que se dedican a las artes adivinatorias, o son dirigentes de grupos religiosos, médicos, psicólogos o educadores, hay que ser muy precavidos, porque como normalmente sólo captan el aspecto negativo de la realidad, casi siempre la ayuda o el con­sejo resulta contraproducente, son los mete-miedos, que constantemente impresionan con sus creencias muy firmes acerca de su manera negativa de ver la vida. Normalmente son fanáticos, puesto que al percibir sólo un aspecto de la realidad, desean fervientemente convencer a los demás de lo que ellos creen que es la verdad.
Un sensitivo positivo equilibrado sabrá ver los errores, pero sin olvidar que se puede aprender de todo y de todos, no buscará imponer sus convicciones a nadie, siempre dará libertad de pensar y discernir a quienes lo escuchan, rechazando lo que ellos consideren no adecuado, sin molestarse en lo más mínimo por estas discrepancias normales en los seres humanos pensantes.
Cuando se está en la presencia de ambos tipos de sensitivos, se experimen­tan sensaciones diferentes, ante el negativo, termina uno sintiéndose mal, con un desasosiego, con miedo, debilitado ante los obstáculos, la persona llega incluso a sentirse impotente para salir adelante del problema que lo está agobiando. Todo lo contrario pasa con el sensitivo positivo, se siente la persona muy reconfortada, apoyada, sobre todo con valor y energía pa­ra luchar y vencer cualquier situación conflictiva que esté viviendo; la vida parece hermosa y realmente se siente que vale la pena vivir, porque hay un plan divino y maravilloso para el bien de toda la creación.
Sabemos que la realidad es dual, como todo lo que existe, tiene aspectos buenos-positivos y aspectos malos-negativos, percibir sólo uno de ellos nos limita en nuestra capacidad de comprensión. Sin embargo, si hemos de es­coger entre uno de ellos, es preferible lo positivo. Pero como se explicó en el apartado relacionado con el optimismo, lo ideal es alcanzar un estado de equilibrio, donde sin desconocer el error, la falsedad e incluso la maldad relativa, trabajemos siempre por la verdad, el bien, la bondad y la belleza, es decir por los valores eternos. Si alguien siente que lo está afectando su sensibilidad, lo que puede hacer es polarizar esta capacidad hacia lo po­sitivo y benéfico, hay varias recomendaciones que nos pueden servir para lograr lo anterior, revisemos algunas de ellas:
Leer libros y escuchar grabaciones de superación personal.
Tomar cursos que nos ayuden a tener una visión positiva de la vida.
Practicar la oración y la meditación.
Relacionarse con personas positivas.
Vivir una sana disciplina.
Estas son algunas sugerencias, la lista puede crecer dependiendo de las necesidades de cada quien, es importante aprender a manejar nuestra sen­sibilidad, para que se convierta en algo benéfico y positivo, que no sólo nos ayude a nosotros mismos, sino también a nuestros semejantes.

Del libro: APRENDE A SER FELIZ controlando tus emociones.
Autor: Rolando Leal www.librosenred.com/ld/roleal

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