En alas de la libertad

¡Abre tu alma! ¡Despeja tu mente! Sumérgete en tu interior; que nada perturbe este momento...

Intenta viajar por sendas misteriosas, donde tu mente y tu corazón se separan, para dar paso a ese sentimiento tan difícil de concretar, llamado "perdón".

¡Concéntrate; busca tu "yo" interno...!

Halla la verdad. No intentes engañarte.

Sólo estás tú "hablándote a ti mismo."

Necesitas sanar tu corazón, para que el amor, la bondad y los sentimientos de paz verdadera fluyan...

Serás libre de ataduras, cuando logres canalizar tus sentimientos.

Obtendrás tu propia libertad espiritual, cuando sientas que has roto las cadenas, que hasta ahora te han mantenido atado y te han ido arrastrando en este inmenso mar al que llamamos "vida".

Abre las puertas de tu corazón. Entra en él. Vaga por sus rutas.

Descubre esos caminos que jamás pensaste que existirían.

Si deseas volar "hazlo". Este es el momento.

Siente como tus alas se desplazan en ese cielo infinito, rodeado de hermosos luceros, de colores, de paz, de amor.

¡Vívelo!

En este momento, ese cielo es todo tuyo.

Descubre en esa soledad, tu verdadera salida, hacia esa luz que tu inconsciente busca.

Sigue la corriente.

Siente el aire puro rozar tu rostro.

Estás ante la maravilla de una naturaleza que sólo existe en ti.

¡No tengas prisa; aquí el tiempo no existe...!

Percibe la libertad que te espera.

Serás libre cuando dejes, que tus experiencias pasadas sean sólo eso.

¡Vuela...! Debajo de ti sólo está ese profundo, misterioso e inmenso mar, que te ayudará a purificarte; a limpiar tu alma a medida que pasas sobre él.

Mantente volando. Haz piruetas en el cielo.

Juega como solamente lo hace un ave que se siente en completa libertad y rodeado de la más sorprendente hermosura.

No permitas que este bello paisaje se empañe.

En este lugar no hay espacio para el rencor ni para la venganza, sólo para el perdón, pero para perdonar, tienes que encontrarte a ti mismo.

Tienes que arrancar de ti eso que tanto dolor te produce y que no te permite seguir tu vuelo: hacia nuevas rutas, nuevos horizontes, que están en este momento al alcance de tus manos, de tu corazón.

Para perdonar con el alma, debes sentir la presencia, de quiénes han marcado tu vida dolorosamente.

¡Comienza aquí. Ahora. No te arrepentirás...!

Trae en este momento hacia ti, a ese ser que tanto daño te hizo.

Es el momento de desahogarte.

Dile lo que sientes, lo que tanto te ha molestado.

¡No temas...! Esta vez "no puede dañarte".

Está frente a ti como una sombra; escuchando tu reclamo.

¡Háblale!

Explícale cuánto mal te hizo.

Tal vez con sus actitudes, con sus actos, con sus hechos, con su lengua, con su omisión, con su negligencia.

Quizás sientes deseos de estallar, de pegarle, de llorar de rabia, porque no puedes explicarte a ti mismo el porqué todo ha tenido que ser así...

¿Por qué te ha dañado de esa forma, por qué tenía que ocurrirte a ti?

Dilo todo... ¡suéltalo!

Desencadena esa ira que sientes, pero hazlo recordando que buscas tu paz interior y que necesitas sacar todo eso de ti.

Eso que te está acorralando y no te deja ser feliz...

¡Llora si quieres hacerlo!

¡Grita si te sientes mejor!

Éste es un proceso de sanación espiritual, donde sólo tú estás inmerso en ese caminar hacia la curación total de tu ser.

Es natural que sientas todas esas emociones negativas, porque precisamente son ellas, las que ayudarán a limpiar tu alma, a blanquearla, para luego entregar todo este sacrificio de amor, a beneficio de tu propia vida, de tu salud mental y espiritual.

Tu sanación comenzará desde el momento en que comiences a perdonar, pero ese perdón tiene que salir de adentro.

De tus entrañas. Tiene que dolerte.

Tiene que ser sincero.

Tu propia libertad depende de ello.

No puedes vivir tu vida con estas sensaciones, que sólo te hacen daño a ti mismo.

¡Mira a esa persona!

La tienes frente a ti.

Toma sus manos. ¡Sí! Tómalas.

Aunque de primera intención sientas repulsión.

¡Tienes que lograrlo!

Refleja tu mirada en sus ojos.

Siente el poder transformador del perdón, acercarse a ti.

Palpa como sale de ti esa energía tan potente, tan especial, tan cargada de buenas vibras que te hacen ser diferente; ¡que te permitirán liberarte!

¡No temas...!

Llénate de amor. Siéntelo. Permite que tu coraje se retire de ti; que se aleje para no regresar jamás.

Cuando se perdona, se liberan las más fuertes energías que tu ser produce.

Déjalas que hagan su labor en ti y que escapen hacia otros horizontes, donde se purificarán y se transformarán sólo en sombras que vagarán solas por ahí...

¡Sin poder hacer más daño!

¡Tu vida es como una rosa!

Desde que nace está destinada a cubrirse de espinas, pero esas mismas espinas son las que la ayudan a protegerse de que otros puedan hacerle daño, y al final, florecer como la "Reina del Jardín."

Ahora, dile a esa persona:

"Yo te perdono; disculpo todas las cosas que me hiciste.

Aunque injustas a mi entender, pero yo necesito sentirme bien conmigo mismo.

Y la única forma es perdonándote a ti; librándome de mis malos pensamientos; intentando justificar lo injustificable... pero yo necesito mi paz".

Recuerda que todo lo que hacemos mal, lo pagamos. Tal vez, esa persona ya esté pagando. Y no somos nosotros los responsables de ello.

Con tu perdón, estarás contribuyendo a tu plan de salvación espiritual y es en esta vida que hay que comenzar a cultivarla.

Ahora, déjale marchar en paz.

Esa persona ya no existe más en tus pesadillas.

Ahora tu vida será toda claridad.

Ahora comenzarás a sanar...

Repite en silencio:

"Mi sanación está en el perdón y he vencido..."

De ahora en adelante, siempre tendrás tus alas contigo.

Ya no hay ataduras, ya no hay cadenas.


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