Conciencia y cuerpo

Las relaciones entre el cuerpo y la conciencia, han sido confundidas durante mucho tiempo con dos visiones: una fisiológica –objetiva y otra psicológica – subjetiva.

La primera, a su vez, se conecta con la autoridad de la ciencia, mientras la segunda, se beneficia con la intuición.

Este paralelismo constituye una verdadera doctrina, o mejor dicho un postulado.

Sin embargo, se han desarrollado otras diversas doctrinas que procuran explicar en que consiste ese paralelismo:

Epifenomenismo: admite el paralelismo pero niega toda eficacia propia a la serie subjetiva.
Espiritualismo dualista: teoría del cerebro – instrumento, admite la realidad de lo subjetivo y objetivo, negando el paralelismo, y convirtiendo al cuerpo en el órgano del espíritu.
Monismo neutro: niega la existencia real del sujeto y el objeto, realizando una construcción abstracta, a partir de la sensación como realidad neutra. (Berkeley: el objeto es un agregado de sensaciones y la materia una abstracción).
Idealismo crítico: distingue un contenido de pensamiento y un sujeto en cada conocimiento.
Inversa del epifenomenismo: solamente son reales las “subjetividades”, que pueden ser
análogas o diferentes a las nuestras.

Paralelismo: es indudable que existe una correspondencia general entre la conciencia y el comportamiento, entre la emoción y su expresión, entre las experiencias subjetivas y las objetivas, en las cuales se observan estados de tensión.

Dice Bergson: “ el cuerpo representa el espíritu, ejecuta una pantomima sobre los temas del espíritu”.

El cuerpo y el alma, hasta en el fenómeno mas pequeño, forman una unidad indisoluble. Nuestro campo de conciencia es parte de la realidad.

Cuando un observador exterior trata de representarse nuestro cerebro, sabe que allí hay sensaciones, imágenes, jaquecas, etc., porque esto es análogo a lo que le pasa a él, y establece un paralelismo entre la conciencia y el cerebro.

Mientras tanto, nosotros observamos al que nos observa, y suponemos que mas allá de su apariencia objetiva existe una subjetividad.

El problema de las relaciones entre lo subjetivo consciente y el sistema nervioso, el cuerpo y el alma, es un caso particular, porque en él tenemos a la vez el ser y el conocimiento del ser.

En la ciencia, la marcha hacia la objetividad se hace sobre un plano homogéneo.

El sistema observador es tan físico como el sistema observado.

Una mesa, vista desde un lugar, presenta una apariencia diferente a la vista desde otro lugar. Este es el lenguaje del sentido común, que supone que hay una mesa real, de la cual vemos diversas apariencias.

Lo que conocemos implica una correlación entre sensaciones corporales y musculares, acompañadas de cambios en las sensaciones visuales.

Tras las diferentes sensaciones de aquellos que están mirando la mesa, podemos considerar que todas esas sensaciones son la mesa.

En lugar de hacer de la materia un conjunto de datos espirituales, algunos investigadores ven en las sensaciones, sólo partes del mundo. Según el modo en que se agrupen esas sensaciones, tendremos algo que es un objeto o algo que representa el espíritu.

COMO EL CEREBRO CONSTRUYE LA IMAGEN DEL CUERPO:

La representación del yo físico encuentra su origen y estructura en los múltiples datos sensoriales y sensitivos recogidos por receptores específicos y por aquellos que nos permiten apreciar nuestro desplazamiento en el espacio, así como la tensión de los músculos y la piel.

Estas sensaciones se agrupan y fusionan, asociándose a otras representaciones, sobre todo las visuales.

Conocemos nuestro cuerpo porque muchas de sus partes son visibles para nosotros, y además a partir de ver el cuerpo de los otros, podemos imaginarnos como deben ser las nuestras aunque no las veamos.

Así, la pintura de nuestro cuerpo, se construye con informaciones de origen ínteroceptivo, exteroceptivo y propioceptivo, además de los visuales, que son los que tienen mayor preponderancia en el mantenimiento de la imagen corporal.

El desplazamiento artificial de alguna parte del cuerpo, no es seguido por la sensación que llega de esa parte.

Aristóteles propuso esta experiencia: se desplazan artificialmente el dedo índice y mayor de dos manos, de modo que el índice cruza al medio, pero la sensación será que el índice se sentirá como prolongación del medio y el medio como prolongación del índice.

Un sujeto que conservaba todas las funciones sensitivas, sensoriales y motoras, era incapaz de ejecutar una acción dirigida a su propio cuerpo, pero si se colocaba frente a un espejo, el acto era posible. El estudio histológico del cerebro demostró una lesión en las vías nerviosas que unen la esfera visual con la sensitiva motora.

El esquema corporal obedece a la ley de localización cronógena de von Monakow, que se precisa e individualiza con el correr del tiempo, mediante aportes de la sensibilidad cutánea y profunda

La imagen corporal puede emanciparse en ciertos estados patológicos , dando la alucinación autoscópica o especular. La alucinación es negativa, o sea que la imagen se desvanece en el espejo.

En sujetos amputados con estado mental equilibrado, es frecuente la percepción de la imagen de modo independiente del soporte corporal.

Descartes había descripto este fenómeno: “percibimos algunas veces el dolor, como si procediese de alguno de nuestros miembros, y sin embargo la causa no está en el lugar afectado sino en una zona próxima al cerebro, donde están los nervios . El dolor no es percibido en la mano sino por el espíritu que se halla en el cerebro.”

Las sensaciones del miembro afectado son muy precisas y claras, a tal punto que el sujeto a quien se pide que tome un objeto con la mano fantasma, se detiene pronto por el dolor que la presión del objeto virtual produce en el miembro también virtual.

El miembro fantasma es una creación psicofisiológica que se conserva siempre, a pesar del traumatismo o la resección quirúrgica. La mutilación del cuerpo no afecta el sustrato cerebral en que asienta la imagen.

Cada uno de nosotros posee en su conciencia una imagen compleja de su cuerpo físico, que nos permite ejecutar acciones coordinadas y eficaces, mantener nuestra personalidad y equilibrio psicofísico, nuestra individualidad.



Susana Berman.

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