Enfermedades y meditación


 

Las enfermedades le ocurren al hombre, pero el hombre es, en sí mismo, también una enfermedad. Ese es su problema y, también, lo que le hace un ser único. Esa es su buena fortuna y también su infortunio. Ningún otro animal de la Tierra es tan problemático, está tan ansioso, tan tenso, tan enfermo como el hombre. Y esta ha sido la condición que le ha impulsado a su desarrollo, a su evolución; porque «enfermedad» significa que no podemos ser felices con lo que somos, que uno no puede aceptar lo que es. Es la propia enfermedad la que ha provocado el dinamismo del hombre, su inquietud, pero al mismo tiempo su desdicha; porque el hombre está inquieto, es infeliz, sufre.
Ningún otro animal excepto el hombre tiene la capacidad de enloquecer. A menos que el hombre trastorne a un animal, el animal no se vuelve loco por sí mismo; no se vuelve neurótico. En la selva los animales no se vuelven locos; se trastornan en un circo.
Dos métodos han sido utilizados para entender y sanar la enfermedad llamada hombre: una es la medicina, la otra es la meditación. Ambos son tratamientos para la misma enfermedad. Es conveniente comprender que la medicina analiza cada enfermedad del hombre por separado; es un enfoque que analiza las partes. La meditación considera que el propio hombre es la enfermedad; la meditación considera que la personalidad del hombre es la enfermedad. La medicina cree que las enfermedades le sobrevienen al hombre y se van, que son algo ajeno al hombre. Pero poco a poco esta diferencia ha disminuido y la ciencia médica también ha empezado a señalar: «No trates la enfermedad, trata al paciente».
Esta es una declaración de suma importancia, porque ello significa que la enfermedad no es otra cosa que una forma de vida que vive el paciente. Cada hombre enferma de una forma diferente. Las enfermedades también tienen su propia individualidad, su personalidad. El hecho de que yo sufra de tuberculosis y tú también sufras de tuberculosis no evidencia que los dos seamos el mismo tipo de paciente. Hasta nuestras tuberculosis nos afectarán de forma diferente, porque somos dos individuos diferentes. Y puede suceder que el tratamiento que cure mi tuberculosis no alivie en nada tu enfermedad. Así que, en el fondo, la raíz está en el paciente, no en la enfermedad.
La medicina trata las enfermedades del hombre muy superficialmente. La meditación aborda al hombre desde adentro. En otras palabras, se puede decir que la medicina trata de sanar al individuo desde afuera y la meditación trata de mantener sano el ser interno de la persona. Ni la ciencia de la meditación puede estar completa sin la medicina, ni la ciencia de la medicina está completa sin meditación, puesto que el hombre es cuerpo y espíritu.
OSHO

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